No se dejen engañar por sus estadísticas nada espectaculares, su trato afable y que sea buen mozo. Tom Brady es ante todo un tenaz competidor.
"Quizás digan que sea un niño bonito", dice el ex mariscal de campo de los Steelers de Pittsburgh, Terry Bradshaw. "Pero lo deja todo en la cancha. Es de los que no vacila en llevarse a uno por delante, si ello vale para ganar un partido. Así mismo era Montana", añadió.
Tal comparación está en boga mientras Brady alista a sus Patriots de Nueva Inglaterra para el "Súper Bowl" frente a los Eagles de Filadelfia, que será este domingo.
Brady ya ha sido consagrado dos veces como el jugador más valioso del partido por el cetro de la NFL, emulando a los legendarios Bart Starr y Bradshaw. Y está a uno detrás de Joe Montana, el ex quarterback de los 49ers, su ídolo durante su niñez en San Francisco.
"Su nombre ha sido mencionado con algunos de los grandes de todos los tiempos y así debe ser", dice Troy Aikman, un ex quarterback de los Cowboys y ahora comentarista de televisión. "Siempre ha estado a la altura en los partidos importantes y esos son el mejor barómetro".
Aikman fue el más valioso del Súper Bowl de 1993 y ganó tres títulos en cuatro años, un logro que Brady podría alcanzar con una victoria el domingo.
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