MILES DE PERSONAS HAN INVADIDO TERRENOS EN LAS GARZAS

Invasiones a la orden del día


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Las mujeres también ayudan en la construcción de las casas improvisadas.

Fotos: HERMES GONZALEZ

  • Invasiones a la orden del día

    Las mujeres también ayudan en la construcción de las casas improvisadas.

    Fotos: HERMES GONZALEZ

  • Invasiones a la orden del día

    Hay muchos niños.

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    Algunos aprovechan para descansar.

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    Están casi terminadas.

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    Cocinan en fogón.

Millie Ramos - DIAaDIA

Invadir terrenos ajenos o del Estado se ha hecho una costumbre en el área Este de Panamá.

¿La razón? La escasez de empleo y la presencia del hambre y la miseria, esgrime un sinnúmero de familias. Un negocio redondo, aseguran otros.

Lo cierto es que, ante la cada vez más creciente práctica de invadir, surgen los negociantes que ven en esto una oportunidad para ganarse unos reales.

DIAaDIA visitó algunas áreas invadidas por familias. Algunas de ellas, asentadas en Las Garzas de Pacora, afirman, como si de comprar un gaseosa se tratara, que anteriormente pagaban una renta, pero tomaron la decisión de invadir una parcela de terreno ante la falta de uno propio.

Todos ellos coinciden en que los terrenos no son propiedad de nadie, y que desean que las autoridades les ayuden con los lotes, con el propósito de que en un futuro los regularicen y poder tener así un patrimonio familiar.

Negocio redondo

Frente a la cantidad de casas improvisadas que se construyen en esta invasión, el equipo de DIAaDIA realizó un recorrido para saber de dónde era extraída la madera con la que levantan las casas. Los mismos invasores aseguran que buscan en los potreros algunos palos que les puedan servir de pilastras, pero esto va más allá, pues algunos vendedores de madera llegan con camiones cargados para comercializarla, y allí los invasores aprovechan para comprar tablones y levantar “sus casas”.

Según uno de los comerciantes, quien guardó su identidad, ellos van a los aserraderos y compran los denominados lotes de madera entre $40.00 y $60.00 para revenderlos a un percio de entre $70.00 y $80.00.

Admitió que esto es un negocio redondo para ellos y beneficia a los invasores, pues no tienen que recorrer largas distancias para comprar la madera y levantar sus casas más rápido.

Esto fue comprobado por este medio, pues apenas llegó uno de ellos, se vio rodeado por los nuevos inquilinos quienes trataban de negociar el precio.

Economía inestable

Al momento que hacía una sopa de legumbres en un fogón improvisado, la señora María Sánchez explicaba que ella tiene cuatro hijos, su esposo es jornalero, a veces tiene empleo y a veces no, por lo que enfrentaban problemas para pagar la renta.

Por eso decidieron unirse con otras familias para luchar por un pedazo de tierra, y aunque reconoce que no fue lo correcto invadir el terreno, asegura que están dispuestos a pagar un precio asequible de acuerdo a sus condiciones económicas.

Por su parte, Ángela Álvarez explicó no tener casa propia y ser madre soltera de cinco niños, todos ellos menores de 10 años. Al igual que María, ella pagaba un cuarto de alquiler, pero ante la crisis que se vive, se vio obligada a ocupar un pedazo de terreno en esta invasión, con la esperanza de obtener, en un futuro, las escrituras de su lote y brindarle a sus hijos una mejor calidad de vida.

Así como María y Ángela, más de 800 familias, que están instaladas en el lote. Así de grande es la invasión, cuyos protagonistas aprovecharon para pedir a las autoridades correspondientes que intervengan en su apoyo a fin de tener un patrimonio familiar, pues, según ellos, ya no pueden vivir pagando renta, porque la situación económica es cada vez más crítica.

La mayoría de las personas que invadieron los terrenos han fabricado sus viviendas con pedazos de madera, cartón y láminas, para resguardarse de las temperaturas que en la noche es fría y en el día el intenso calor no se soporta. Igualmente, los zancudos hacen de las suyas, sobre todo en la piel de los niños.

La primera parte de esta invasión se inició a principios del mes de enero, donde unas 600 familias procedentes de todas partes del país corrieron la bola de que había un terreno baldío y llegaron en masa a invadir.

Oniel García tiene 14 días de haber llegado a separar “su” parte de terreno, que consta de 200 mts, al igual que las demás familias, que se ha puesto de acuerdo para que cada una marque su territorio con las mismas medidas, para que así no haya pelea entre ellos.

Daño al ambiente

Según la ambientalista Raisa Banfield, es un peligro que estos precaristas utilicen madera de los bosques y de los terrenos privados para construir sus viviendas improvisadas. Sin embargo, este es apenas uno de los problemas que se dan cuando ocurre este tipo de invasiones, pues en un momento dado estas personas van a comenzar a exigir agua, luz, calles y un sinnúmero de servicios que a la larga van a ser difíciles de cumplir por parte de las autoridades.

Agregó que la falta de vivienda es una situación que se viene dando desde hace años, ya que las autoridades no se interesan por construir viviendas que vayan de acuerdo con el interés social de cada comunidad.

 
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