
Kennet realizaba ‘camaroncitos’ en el barrio que lo vio morir.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Kennet realizaba ‘camaroncitos’ en el barrio que lo vio morir.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Kennet realizaba ‘camaroncitos’ en el barrio que lo vio morir.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Kennet realizaba ‘camaroncitos’ en el barrio que lo vio morir.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Kennet realizaba ‘camaroncitos’ en el barrio que lo vio morir.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Kennet realizaba ‘camaroncitos’ en el barrio que lo vio morir.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Kennet realizaba ‘camaroncitos’ en el barrio que lo vio morir.
Foto: ROBERTO BARRIOS
El hombre, de 50 años, tocaba la tumba en la legendaria comparsa de El Chorrillo, “Los Originales”, y desde hace tres años se congregó en la iglesia apostólica El Tabernáculo de David, en Santa Ana, a donde iba todos los días y “hacia hablar a este instrumento”, así lo manifestó el pastor Luis de Gracia.
La vida de este hombre no fue fácil, no tenía una casa donde vivir, pero su don de gente permitió que personas de buen corazón lo alojaran en un pequeño espacio dentro de la Huerta Sandoval, allí, con su gran sonrisa, hacía reír a los presentes y predicaba la palabra que había cambiado su vida, la de Dios. Según vecinos del lugar, Kennet tenía un hijo que residía en el interior del país, al igual que su hermana.
El corazón de Kennet era El Chorrillo, por lo que cada día se paseaba por la zona y saludaba a todos los moradores. Hubo quienes, cuando pasaron por la escena del crimen, no pudieron contener las lágrimas al recordar los momentos vividos con el maestro de la tumba, el gran Kennet.