La felicidad no se halla en el dinero ni la en la vanidad, sino desechando la cruel hostilidad, la animosidad y el yerro.
A la persona que amamos la colmamos de esos meros galanteos o de esos detalles pequeños.
Hay que bregar, trabajar duro para cumplir los sueños.
De cualquier circunstancia no borres tu faz risueña;
aunque hace años derramaste torrentes de lágrimas,
confía en mí y dame tu mano para que no te caigas otra vez en el profundo acantilado,
te prometo que no seré como esos sujetos del pasado que te han defraudado y decepcionado.
El amor puede ser agridulce, auge, agradable o brebaje; eso depende cómo lo tenemos acostumbrado y del soler;
pero eso no nos impide que formemos nuestro linaje, de hecho, todo esto se satura con coraje.