La estructura del Hotel Central tenía más de 130 años. (Foto: ALEJANDRO MEJÍA / EPASA)
Viola Guevara Gallimore
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Recuerdan aquellos tiempos. Con una mirada de nostalgia, Mario Serrano recordó cuando tenía nueve años y se hospedaba en el Hotel Central. Hoy se entristece al ser testigo de cómo poco a poco, lo que fue casi su vivienda, se derrumba.
Mario narró que él y su padre viajaban desde Chiriquí todas las semanas y se instalaban en este edificio, cuyas habitaciones costaban B/10.00, los cuales pagaban con las ganancias de la venta de plátanos que hacía su padre en el Mercado de Abastos. Ayer, en una de las bancas de la Plaza Catedral, los esposos Ermógenes y María de Quijada también divisaban las ruinas.
El señor Ermógenes, quien tiene más de 40 años de vivir en el lugar, contaba a los turistas lo mucho que gozó de los eventos que se celebraban en ese hotel. "Había una cantina y todos los lugareños asistíamos", narró.
Por su parte, el señor Armando Córdoba, quien vive en el edificio contiguo a lo que era el Hotel Central, dudó de que la restauración que se hacía fuera bien hecha, ya que según él y otros lugareños, desde arriba del edificio se puede divisar un hueco, producto de excavaciones, lo que para ellos fue uno de los causantes del colapso de la fachada del histórico hotel.