La fiesta del fútbol entre Panamá y Costa Rica se celebró a lo grande.

¡Panameño vida mía!


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Seguidores de la Selección de Fútbol de Panamá dejaron claro que su patria se respeta.

Foto: Anayansi Gamez

  • ¡Panameño vida mía!

    Seguidores de la Selección de Fútbol de Panamá dejaron claro que su patria se respeta.

    Foto: Anayansi Gamez

  • ¡Panameño vida mía!

    Panameñas apoyando de corazón. Foto: Anayansi Gamez

  • ¡Panameño vida mía!

    Las niñas no sabían cuál gorra comprar para apoyar a Panamá. Foto: Anayansi Gamez

  • ¡Panameño vida mía!

    La famosa carne en palito no hizo falta en el estadio.

    Foto: Anayansi Gamez

  • ¡Panameño vida mía!

    Todos podían lucir la bandera de Panamá. ¡Hasta en los lentes! Foto: Noriel Gutiérrez

  • ¡Panameño vida mía!

    Al igual que la bandera de Panamá, la de Costa Rica estaba por todos lados. Foto: Noriel Gutiérrez

  • ¡Panameño vida mía!

    Esta pareja tica era pura felicidad.

    Foto: Noriel Gutierrez

  • ¡Panameño vida mía!

    Los más chicos no se pudieron escapar de los “pintacaritas”.

    Foto: Noriel Gutierrez

  • ¡Panameño vida mía!

    Los ticos llegaron desde muy temprano al coliseo Rommel Fernández para apoyar al onceno de Costa Rica. Foto: Anayansi Gamez

  • ¡Panameño vida mía!

    Los costarricenses estaban relajados, haciéndole honor a su frase “pura vida, mae”. Foto: Noriel Gutiérrez

  • ¡Panameño vida mía!

    Los seguidores con accesorios estuvieron a la orden del día. Foto: Anayansi Gamez

  • ¡Panameño vida mía!

    Esta señora dedicó bastante tiempo para hacer este personaje. Foto: Anayansi Gamez

Enyoline Barría - DIAaDIA

Una vibra positiva, alegre y sensacional era la que rondaba ayer, desde las 4:00 p.m., el Estadio Rommel Fernández.

Miles de fanáticos panameños y costarricenses, al sonido de los tambores y cánticos, se hicieron sentir en el coloso de Juan Díaz, que estaba a unas horas de recibir el primer choque de la ronda Hexagonal de las eliminatorias de Concacaf, rumbo al Mundial Brasil 2014.

Niños, jóvenes, adultos y hasta personas de la tercera edad bailaron, gozaron y apoyaron a sus respectivos equipos, antes de que las puertas del coliseo se abrieran a las 5:00 p.m.

Como era de esperarse, la contagiosa música se mezclaba con el rico olor de la carne en palitos, que abundaban en los alrededores del estadio.

Tampoco podían faltar las empanadas, chichas, hamburguesas y los tradicionales “hotdogs”, que se iban como pan caliente.

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