Milagros ha cursado hasta tercer grado, pero las esperanzas están latentes. - Foto: Raimundo Rivera
En un paraje de Arraiján conocido como Nueva Esperanza vive Milagros Sánchez, de 9 años, quien nació con parálisis cerebral, una de las razones por las que se le escogió como símbolo del programa Mi Ángel Guardián. Tal escogencia motivó a que la pequeña familia conformada por la madre, Nelly Bethancourt; padre, Eduardo Sánchez, y un hermano, Christopher, de 12 años, alimentara sueños y abrigara la esperanza de mejores días.
Milagros sigue viviendo en una casa con piso de tierra, paredes y techo de zinc, lo que hace que dentro del hogar se sienta un calor sofocante. Con servicio de letrina, sin agua potable, escasa luz y, lo peor de todo, con la tristeza de haber tenido que abandonar sus estudios en un aula especial de la escuela Stella Sierra porque sus padres no podían continuar pagando un taxi que la llevara y la devolviera a casa.
“Estamos cansados de estar suplicando. No tenemos manera de superar esta crisis. Ojalá pudiéramos conseguir que al menos trasladen a Milagros a una escuela y un centro médico donde reciba la atención que merece”, dijo Nelly Benthancourt, con voz entrecortada.
Agregó que se hicieron gestiones ante el Ifarhu y el Ministerio de Desarrollo Social para una beca para personas con discapacidad, y después de entregar los documentos y muchas promesas, los papeles se extraviaron. Finalmente, no hubo respuesta.
Milagros colorea en el borde de la cama donde duerme o en la silla de ruedas que le obsequiaron los dibujos que su madre le hace “para que ejercite los dedos que a cada momento se engarrotan”.
La madre de Milagros no puede trabajar porque tiene que cuidarla. El padre de la niña es quien labora en una casa comercial donde devenga el salario mínimo, además Christian enfrenta la vida en medio de oraciones y súplicas porque mantienen viva la esperanza de que algún día la miseria los abandonará para regalarles los momentos de felicidad que siempre han soñado.
La niña espera un milagro para seguir estudiando, comer tres veces al día, vivir en una casa digna y sueña estar como otros niños de su edad y reír plenamente como suelen hacerlo los infantes.