Cuando encontramos a la señora "Nina" estaba sentada en un banquito de su casa, raspando una paila para blanquearla y pensando angustiada, en lo que prepararí­a para la cena.

"Compré una sopa china para hacer los fideos al estilo 'chow mein' con arroz dormido, lo que pasa es que cuando tomamos sopa quedamos con hambre", explicó.

Una llamada nos habí­a llevado hasta su humilde casa en San José de Las Mañanitas, donde Secundina Medina vive rodeada de necesidades.

Además del dilema de la cena y la falta de dinero para comprar la sopa, Nina no podí­a olvidar el dolor de su pierna izquierda, donde tiene una gran úlcera desde hace cinco años. Nina, quien antes se dedicaba a lavar y a planchar, a sus 82 años, ya casi no puede caminar, pues la herida, que nunca termina de sanar, le molesta. Aún así­, no deja de hacer sus quehaceres domésticos, siempre con la ayuda de su hijo Gervasio, con quien vive. Por muchos años, Gervasio se encargó del cuidado de su madre y del mantenimiento de la casa, sin embargo, la aparición de cataratas lechosas en ambos ojos le han eliminado la visión en uno y le han nublado la vista en el otro.

Gervasio, quien trabajaba como agente de seguridad, ha quedado desempleado y sin seguro, pues la empresa para la que trabajaba fue cerrada por la Caja de Seguro Social. Ahora ambos dependen de la caridad de una de las hijas de Nina, que a regañadientes les lleva de vez en cuando algunos alimentos. Para las atenciones médicas de Nina, deben ir a suplicarle a otro de los hijos que les facilite la ficha del seguro. Hay otro más, que ni siquiera se acuerda de ellos. Nina se encuentra deshecha emocionalmente, pues según ella misma cuenta: "cuando quedé sola, yo me pelaba el lomo trabajando, mis hijos jamás se acostaron con hambre y ahora recibo esto de ellos".

DURA ELECCION

Nina necesita tomar pastillas para el dolor, pero prefiere invertir lo poco que tiene en comida.