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HEURÍSTICO
Un sí con ganas

David Robinson | DIAaDIA

"Mami, hazme nacer tú solita pero ya...antes que el mundo me enseñe a esperar." Fredy Peñafiel Larrea

¿Hay diferencias entre hombres y mujeres? Sí. Basta escuchar la réplica de una mujer que solicita un favor a una respuesta afirmativa, pero falta de entusiasmo: "Si no lo vas a hacer con ganas, mejor no hagas nada". A mí me basta con que se cumpla lo afirmado, pero de las mujeres que me ha tocado vivir, no recuerdo ninguna que no exigiese entusiasmo en la labor solicitada.

¿Por qué ocurre ello? ¿Cuáles son las razones psicosociales y antropológicas que desembocan en dicho comportamiento? No tengo la menor idea y de hecho soy el menos indicado para especular al respecto. Pero, ¿Qué ocurriría si todo oficio se realizase con verdadero entusiasmo?

Hace un par de semanas atrás me tocó enterarme de la siguiente frase: "En el esmero está la diferencia". La autora (una joven bióloga) se refería a que las actividades del diario vivir no tenían valor intrínseco, sino sólo aquél que le otorgasen las buenas ganas con las que se llevasen a cabo.

¿Perdería la comida su buen sabor si una madre pierde el entusiasmo de madrugar todos los días para hacer el desayuno familiar? ¿Se interrumpiría el proceso de enseñanza y aprendizaje si tanto el docente como los alumnos caminasen arrastrando los pies hasta el aula de clases? ¿Cuánto tiempo tardaría la delincuencia en adueñarse de un barrio donde residentes y policías andan con el moco caído? ¿Cuáles son las oportunidades de sanar de un paciente hospitalizado atendido por personal desganado?

"En el esmero está la diferencia". ¿Qué ocurriría en mi vida si comienzo a realizar todas mis labores con verdadero entusiasmo? Creo que he de obligarme a adherirme a la frase de las mujeres que me ha tocado vivir: "Si no lo voy a hacer con ganas, mejor no hago nada".





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