La mayoría de los adultos no comprende que es necesario permitir a los menores desarrollar una serie de actividades que también son importantes para ellos, procurando coordinarlas con sus deberes escolares y domésticos sin provocar incompatibilidad entre unas y otras.
Las actividades sociales, el juego, la televisión, la computadora, el cine, los deportes, etc., tienen también importancia en la vida de los niños y adolescentes y no son, si se hacen en el tiempo adecuado, factores de fracaso escolar o interferentes con la buena educación.