Cada día, desde que se levanta, es motivo de júbilo para la artista Cynthia Freiburghaus. Ella tiene la buena fortuna de residir en un sitio paradisiaco: Boquete.

Tiene dentro de sí una inmensa alegría y gratitud por las bendiciones que ha recibido del Padre Celestial, que incluyen la vida, su bella familia, la salud y un don para la pintura, que le ha dado tantas satisfacciones y es una pasión que le permite a la vez experimentar muy agradables sensaciones cada vez que trabaja en una obra, y a la par utilizar este arte para expresarse y comunicar cómo ve el mundo y cómo se siente al estar rodeada de flores, árboles, ruiseñores y otras lindas aves de ropaje multicolor, en vez de vivir entre edificios, tranques y ruidos de bocinas.

Abre los ojos al nuevo día y para dondequiera que mire hay un paisaje tropical -de esta bella nación que esta chilena adoptó porque se enamoró de ella hace ya varias décadas- que es un potencial cuadro. Todos, los árboles, las aves, las flores, parecieran decirle: "píntame, píntame, inspírate en mí".