¿Sabías que alguien te cobija en cada paso? Si no lo crees, te comparto esta experiencia. Una mujer tuvo un sueño que dominó su vida y convirtió sus amarguras en dulzura. Ella soñó que formaba parte de una multitud y que estaba de pie en un prado verde. Era una dama joven y entusiasta.
De repente, miró hacia adelante y vio un camino angosto, empinado, áspero, tapizado de cardos y espinos.
Al instante, una voz imperativa le dijo: __ Más allá está tu camino de vida. Camina por él. __ Ningún pie humano podría caminar sobre esos abrojos sin sangrar. Ninguna fuerza humana puede ascender por un sendero áspero y tan lleno de espinas. Me desmayaría, sangraría y moriría- rehusó ella.
La voz dijo seriamente: __ Ese es el camino que te he trazado. Camina en él. __
Ella caminó y a los pocos pasos estaban las piedras y los abrojos, pero cuando ella fue a poner el pie, un niñito, como un ángel, se le adelantó y limpió el espacio necesario para que terminara de dar el paso. Luego pasó lo mismo al dar el segundo paso, y así sucesivamente.
Pero nunca le preparaba el camino sino para un paso a la vez. Más tarde, ella se volvió para mirar cuánto había avanzado, y vio allí al principio del camino al Salvador que indicaba al niño dónde debía limpiar el camino para el próximo paso.
Atrévete a dar el paso, Dios siempre marcha a tu lado. No busques excusas, ¡adelante!