
A la orden del día.
A la orden del día.
A la orden del día.
Su arma de trabajo siempre está disponible.
Su amabilidad lo distingue.
Fotos: CORTESÍA
A la orden del día.
Su arma de trabajo siempre está disponible.
Su amabilidad lo distingue.
Fotos: CORTESÍA
A la orden del día.
Su arma de trabajo siempre está disponible.
Su amabilidad lo distingue.
Fotos: CORTESÍA
A la orden del día.
Su arma de trabajo siempre está disponible.
Su amabilidad lo distingue.
Fotos: CORTESÍA
A la orden del día.
Su arma de trabajo siempre está disponible.
Su amabilidad lo distingue.
Fotos: CORTESÍA
Su día da inicio a las 5:00 a.m., cuando se arrodilla en reverencia a Dios para darle las gracias y así poder comenzar sus labores.
Pero, además de “taxear”, Abdiel es consejero y amigo de todos los que suben al taxi, ya que siempre llega uno que otro pasajero con problemas familiares o sociales y trata de ayudarlos con una palabra de aliento.
A eso de las 8:00 p.m. su día de trabajo termina y mientras se dispone regresar a su hogar ubicado en el sector de Gonzalillo, le da gracias al Señor por estar con vida, porque en los últimos años ser transportista es muy peligroso.
Él es oriundo de Soná, provincia de Veraguas, y durante su infancia sus padres le enseñaron cómo luchar por llevar el pan de cada a día a su casa.
La vida es dura, pero no deja de batallar, pues sabe que en casa le esperan sus dos hijas y su esposa a las que les dedica su tiempo libre y trata de darle siempre los mejor.
Para el señor Marciaga, la humildad, la tolerancia y el respeto son los valores que a diario practica con sus clientes, pues son ellos los que le ayudan a llevar el sustento a su hogar.
Sigue su lucha
A pesar de todos los obstáculos que se le han puesto en el camino, él trata de seguir hacia delante y ver el futuro. Este negocio tiene sus altas y bajas, “pero trato de brindar lo mejor de mí cada día para que mis clientes queden satisfechos con un buen servicio”, así lo afirmó Abdiel.
Abdiel afirmó que “el no voy”, no va con él, ya que su servicio es completo.