A la puerca le gusta que le soben la barriga, como si fuera un cachorro. - FOTOS: HERMES GONZALEZ
El cariño las cambia. El amor a las mascotas es algo común entre los panameños, al punto que tanta atención las cambia y las transforma emocionalmente.
Uno de estos casos es Negrita, una puerca de ocho meses que vive entre los lugareños de la isla Palmira, en Colón, como una mascota más.
Negrita tiene un estilo propio, pues durante la noche permanece despierta y cuando descansa lo hace en una pequeña alfombra, pero no solo esto hace el animal, pues durante el día juega con los demás perros de la comunidad que no dudan en compartir con ella, que desde pequeña tiene complejo de ser perro, hasta trata de imitar su ladrido.
José Luis (alias Niño), dueño de la puerca, dijo que todo empezó, luego de que la dejó crecer en medio de las personas del lugar. Un día “Niño” comenzó a silbarla como otro más de los perros y la cerda respondió de forma normal, así que se convirtió en una mascota para ellos. Ahora él no sabe si tendrá corazón para sacrificarla.
El veterinario José Rolando Torres afirmó que estas conductas no son nada nuevas, pues los animales responden al trato que se les da desde que son pequeños; como son tratados por sus dueños, así mismo actuarán.