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El supersticioso de Pedregal
En la parte ofensiva es en la que más se destaca. (Foto: Miguel Cavalli / EPASA)

Yaissel Urieta | DIAaDIA

La madurez y educación complementan el béisbol. En las categorías menores es cuando se respira y se siente el verdadero amor por la pelota, en esas categorías se juega por amor a la camiseta y al deporte.

Se sufre, se llora y se dan brincos de alegría, con cada jugada, gracias a impulsos que salen directamente del corazón para demostrar la pasión que llevan por dentro.

Tal como lo demostró el jardinero izquierdo de la novena Pre-infantil de Pedregal, Kevin Torres al convertirse en el héroe del partido para sus compañeros y la fanaticada.

EL BEISBOLISTA

Jovencito de 14 años de edad, corpulento, de tez trigueña y ojos oscuros, que se cubren bajo unas abundantes cejas, se para en el cajón de bateo con la mirada puesta en el infinito, buscando un lugar donde mandar la pelota.

A simple vista, es uno de los pocos jugadores de fuerza que tiene la novena de Pedregal en su "line up", lo que lo convierte en una de las piezas fundamentales en la ofensiva del equipo.

No es para menos, pues la pasión por el béisbol es algo de herencia. Su padre, Víctor Torres, fue quien le inculcó desde los seis años de edad la pasión desenfrenada por su majestad, el béisbol.

BEL CHICO

Debajo de una camiseta al revés, para atraer la suerte con el bate, Kevin es un muchacho que demuestra respeto y educación.

Kevin vive con su madre, su padre y dos hermanos en Villalobos, Pedregal y a pesar de ir para tercer año del Instituto José Dolores Moscote, tiene muy claras cuáles son prioridades en la vida.

Su sueño es convertirse en arquitecto, ya que está consciente de que en esto del béisbol, debe hacerse una vida académica paralela a la pelota, pues nunca se sabe qué es lo puede pasar.

CURIOSIDADES

Para Kevin lo más fácil en el béisbol es batear, pero lo más difícil es ganar un partido.





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