El Papa denunció que en muchas partes del mundo la mujer está discriminada por el mero hecho de serlo, por razones familiares e incluso religiosas, y exigió que se le reconozcan los mismos derechos que al hombre, y se combata la violencia contra las mujeres. El Pontífice denunció que todavía persiste una mentalidad machista "que ignora la novedad del cristianismo", sobre la igualdad de la mujer.