Fantasmas de la capital
Consiguió algo para comer de la basura, pero estaba demasiado cansado para terminar de disfrutarlo. (Foto: Jesús Simmons / EPASA)

Evidelia Velásquez | DIAaDIA

A diario, pululan por toda ciudad, pidiendo dinero o rebuscando en los basureros algo que comer.

De día duermen en cualquier esquina, y han convertido la ciudad en un gran inodoro, porque defecan y orinan en cualquier lugar. De noche, deambulan como almas en pena, en busca de "algo".

ACABAN CON LA CIUDAD

Sí, se trata de los indigentes, personas que lo han perdido todo a causa del alcohol, las drogas o por el abandono por parte de sus familiares.

Muchos de estos seres se han contagiado del SIDA, tuberculosis y otras enfermedades infecciosas, por lo que de una manera u otra, son un peligro para los más afortunados.

Las bancas de los parques, una esquina y hasta el duro y frío piso, son su morada. Se alimentan de lo que los clientes dejan en los restaurantes y hasta se suben a los buses, o sea que, obligatoriamente, hay que convivir con ellos.

Un ejemplo de esta desidia y peligro al que estamos expuestos es Murillo. Este señor pide a gritos que le corten la pierna, porque no puede ya resistir el dolor a causa de unas llagas que tiene en su pierna izquierda.

Según Murillo, estas llagas fueron causadas por un accidente de tránsito hace siete años. Su herida supura líquidos que va dejando caer por donde camina, lo que se convierte en un peligro para los demás.

Y así, recorriendo las calles de la ciudad, fuimos encontrando indigentes dormidos entre la fetidez y la suciedad por Calidonia, San Felipe y la Ave. Central.

Son la amenaza de los edificios en el sector de Calidonia, ya que de noche se dedican a desvalijar cuanto inmueble encuentren a su paso para sacar hierro, aluminio y hasta cobre a fin de venderlo y, de este modo, conseguir dinero para el pito.

Desde un punto de vista, son una plaga pasiva que acaba con todo y va dejando una estela de dolor y desidia; otros, se sienten impotentes porque no pueden hacer nada por ellos, pues su adicción los sume en un mundo del que no hay salida.

A pesar de los operativos que, constantemente, realizan las autoridades municipales y de salud, éste es un problema de nunca acabar.

SITUACION

Sus rostros indican tristeza y soledad, aunque tal vez en un momento derrochaban felicidad y orgullo. Parece paradójico, porque mientras unos derrochan todo lo que pueden, otros sólo piden un poco de caridad.

CONDICIONES

Muchos tienen llagas, infecciones y presentan desnutrición severa. Otros casi no ven y andan como fantasmas.

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