HISTORIAS
Sé humilde

Redacción | DIAaDIA

Esa noche, la cena fue muy especial. Había un aire de santidad que no quería dejarnos ni un sólo instante.

Sentados alrededor de la mesa, comiendo en silencio, esa cena nos pareció la más importante de nuestra vida. Intentamos vivir muy intensamente lo que significaba la venida de Dios al mundo, su inmenso amor que hizo que muriese en la cruz para salvarnos.

De repente, Aquél a quien estábamos celebrando se puso delante de nosotros. ¿Pueden imaginar cómo nos sentimos? Dios mismo estaba parado frente a nosotros, mirándonos. Su ternura y amor nos envolvió inmediatamente mientras que Él se inclinaba hacia nosotros. Luego, se arrodilló y dijo: "Te escogí a ti para lavarte tus pies porque te amo".

No podía creerlo, Dios estaba frente a mí, de rodillas. Me sentí avergonzado hasta que mis ojos se encontraron con los de Él. Tocó mis pies, los sostuvo en sus fuertes y cálidas manos y los lavó.

Todavía puedo sentir el agua corriendo por mis pies. Todavía puedo sentir sus manos sobre ellos. Todavía puedo ver su mirada en mis ojos. Luego, mientras secaba mis pies con la toalla me dijo: "Así como yo lo he hecho contigo, tú debes hacerlo con los demás. Aprende a inclinarte. Aprende a arrodillarte. Aprende que tu amor y ternura envuelve a todos los que te conocen. Lava sus pies, no porque tú lo tengas que hacer, sino porque tú quieres hacerlo".

Entonces le dije: "Hay muchos pies por lavar".

"No", contestó suavemente. "Sólo están mis pies. Lo que tú hagas por ellos, lo harás siempre por mí".

Ciudad de Panamá 
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