Indignación e impotencia. Eso era lo que reflejaban los rostros de los nueve indígenas gnöbe-buglé (cinco mujeres y cuatro hombres), quienes permanecieron desde la noche del miércoles dentro de la Asamblea Nacional de Diputados en contra a las reformas al Código Minero. Y es que ayer, a las 5:00 p.m., el pleno de la Asamblea aprobó en tercer debate el proyecto 277, obteniendo 42 votos a favor, 15 en contra y cero abstención. En la discusión en tercer debate jamás dejaron entrar a los indígenas, quienes clamaban por una cortesía de sala.
El proyecto en donde se discutía el área que los vio nacer se aprobó con la ausencia de aquellos que vivirán las consecuencias de esa actividad.
Inmediatamente se conoció la noticia de la aprobación, los manifestantes cerraron las puertas del hemiciclo político para no dejar salir a nadie, pues estaban enardecidos. Esta vez sus gritos estaban acompañados de llanto. La presencia de las unidades de Control de Multitudes no los amedrentó, pues les hicieron frente.
Durante todo el día de ayer, los indígenas gritaron consignas en contra de todos los políticos y danzaban en manera de protesta frente a las autoridades de seguridad.
A través de diputados de oposición, negociaron que a las 7:00 p.m. despejarían el área para dejar salir a los funcionarios y demás personas.
Luego de una hora y unos minutos, las puertas fueron abiertas y los nativos fueron escoltados hasta la salida, en donde juraron que la situación no se quedará así, pues en su tierra se verá quienes son los que mandan.
ANTES DE LA APROBACION
Durante el día, quienes gritaban eran las mujeres, mientras que Rogelio Moreno, cacique general, estaba bajo la sombra de un árbol.
La discusión del proyecto se programó para las 10:00 a.m., pero la sesión comenzó a la 1:00 p.m. Las puertas para acceder al Pleno fueron cerradas con llave para impedir que los indígenas ingresaran y no perturbaran la sesión. El que sí tuvo acceso a la discusión fue el viceministro de Comercio e Industrias, Ricardo Quijano, a quien le concedieron cortesía de sala.
SOLOS EN SU LUCHA
Lo que llamó la atención es que los estudiantes de la Universidad de Panamá, los ambientalistas y los miembros del Sindicato Único Nacional de Trabajadores de la Industria de la Construcción y Similares (Suntracs) no se apersonaron al área para apoyar a los indígenas en la lucha por sus tierras. Fuera de la Asamblea, prendieron velas y bailaban la danza Wará (la usan cuando se enfrentan a problemas serios).
DESVENTAJAS
Digno Herrera, de la Fundación Campesina Protectora Ambientalista, expresó que se oponen a la minería, porque conlleva a una serie de negativas a las comunidades aledañas, entre ellas: la contaminación de las aguas, se registra la muerte de peces, animales silvestres y domésticos. "Se habla de progreso y las calles son lodo; no es justo que compren terrenos a los indígenas a precios bajos", añadió. Afirmó que estudios revelan que el río Cricamola está contaminado.