[
Imprimir]


Heridas que sanan con amor
Hoy el rostro de Lidia se ve más limpio. Después que le despegaron los dedos ha vuelto a usar sus manos. (Foto: : JESÚS SIMMONS/ ARCHIVO)

Jesús Simmons | DIAaDIA

Renace de la tragedia. "Lo que nos pasó a nosotros fue chicha de piña comparado con las personas que tienen enfermedades terminales". Así de positiva ve la vida la enfermera Lidia Atencio, de 44 años, quien fue una de las sobrevivientes de la tragedia del bus 8B-06 de la ruta Mano de Piedra-Corredor, que se incendió frente al templo Hosanna, el 23 de octubre del 2003.

En este trágico accidente 18 personas murieron calcinadas. No obstante, Lidia recibió quemaduras en el 30% de su cuerpo. Otras tuvieron que ser internadas por la inhalación de humo.

Las quemaduras más severas las recibió en la cara, orejas, ambos brazos y piernas. Esas quemaduras fueron tan serias que su esposo y sus dos hijos la veían fea e indefensa, por eso temían abrazarla, tocarla o besarla.

La fuerza para superar sus heridas se las brindó su esposo Justo González, de 51 años, pues en el momento que más lo necesitó siempre estuvo allí para apoyarla.

Él es quien se queda cuidando a los niños cada vez que ella viaja a Houston, Estados Unidos.

Su hija Olga María, de 14 años, también fue su apoyo, porque cuando ocurrió el accidente tuvo que hacer el papel de mamá en casa.

La unión de esta pareja es tan fuerte que después del accidente Justo y Lidia se casaron por la iglesia, a pesar de que en un principio ella no tenía ganas de nada porque se veía fea.

AVANCES

Desde el día del fuego, Lidia ha sido operada cinco veces; dos operaciones fueron realizadas en Panamá y las otras tres en el Hospital Memorial Hermann, en Houston.

Lidia siente que ha avanzado mucho porque tenía heridas que no estaban cerradas. Lo que más le ha dado problemas en su recuperación son los queloides (crecimiento anormal de la piel).

Dos de las cinco operaciones fueron en el rostro, para mejorarle la cicatriz de la cara, y las orejas. Las otras dos fueron en la mano derecha, para despegarle tres dedos, y una en la mano izquierda, para separarle los dedos y corregirle un queloide que tenía en la muñeca.

Sus ganas de vivir son inmensas, al punto que volvió a la universidad y estudió un postgrado en docencia superior, y dentro de poco comenzará su maestría en la misma especialidad. También aprendió a usar la computadora y volvió a su trabajo de enfermera. Pero todo esto Lidia no lo hubiera logrado sin el amor de su familia y el apoyo de todos sus compañeros de trabajo.

A pesar de que el día del accidente los médicos nada más le daban 24 horas de vida, hoy ha nacido una nueva Lidia, que está feliz por ver la luz del sol todos los días.

BUSES

Lidia no tolera los buses pero aprendió a verlos, sin embargo, son una cicatriz que no se ha curado.





Ciudad de Panamá 
Copyright © 1995-2010 DIAaDIA-EPASA. Todos los Derechos Reservados