Para nadie es un secreto que el programa más antiguo sobre algún deporte en la televisión nacional es Lo Mejor del Boxeo. Son muy pocos los programas que pueden decir que superan los 30 años con éxito comercial y de audiencia. Este es uno de ellos.
Después de haber recorrido casi todos los canales del televisión del país (2, 4 y 5), su propietario y presentador principal, Juan Carlos Tapia, ha mantenido la esencia del programa y, sobre todo, una audiencia leal que lo sigue independientemente de la pantalla en la que transmita.
Juan Carlos ha sabido rodearse de gente inteligente y capaz. Ha sabido modernizar el formato y hacerlo competitivo en un medio tan cambiante como lo es el de la televisión. Modernizó su escenografía, realizó cambios en las animaciones, incluyó trivias, reportajes, investigación, en fin, le metió producción.
El señor Tapia es desde 1990 muy crítico en sus comentarios del acontecer nacional. Aprovecha muy bien su audiencia para enviar mensajes, regañar, criticar, aconsejar y hasta lograr campañas sociales exitosas como el uso del cinturón de seguridad, logro que nadie puede negarle inició su programa.
En este espacio el señor Tapia dice lo que le da la gana sin censura alguna por parte de MEDCOM. Opina con libertad de lo que considere oportuno y aunque usted y yo no estemos de acuerdo, no se le puede negar que con esos comentarios le pone las piernas de trapo a más de una autoridad. Por este espacio deportivo, han pasado glorias del boxeo y políticos a justificar sus acciones luego de una crítica de él.
Recuerdo hace unos años que el señor Tapia después de unos carnavales literalmente "despellejó" al programa La Cáscara por el uso de palabras soeces e imágenes que él consideraba degradantes y vulgares. También recuerdo su dura crítica a los chistes del Poveda Show Jo! por la utilización de un vocablo inapropiado para televisión.
Conociendo todo esto, no comprendo qué le pasó al señor Tapia el jueves 5 de febrero cuando en su espacio calificó con un término no apto para televisión a los panameños que creen en las palabras de ciertos políticos. No comprendo como un caballero de la televisión -como creo él es- tuvo semejante desliz lingüístico cuando él mismo ha criticado a quienes usan términos que suenan mal o no aptos para televisión.
Ese día, al señor Tapia parece habérsele olvidado que ya su programa no solo es sintonizado por caballeros, sino también por mujeres y niños que aman ese deporte. Niños que creen en él, adolescentes que lo siguen, damas que esperan sus comentarios.
Juan Carlos Tapia cometió un desliz que no debe repetirse ni en él -que es un fuerte crítico de quienes lo hacen- ni en ninguna otra persona que esté frente a un micrófono o una pantalla. Una disculpa es lo menos que esperamos muchos de una persona como él. Hay que practicar lo que se profesa. Nunca es tarde para reconocer un error...eso también es humildad.
