Un escritor que estaba en su casa de la playa terminando su última obra, todas las mañanas salía a pasear por la costa antes de empezar su trabajo. Una mañana, observó a la distancia un joven que parecía estar bailando... corría hacia el mar, levantaba sus brazos, daba la vuelta y volvía a repetir el movimiento.
Lentamente, el escritor se fue acercando y vio que el joven tomaba estrellas de mar que habían quedado en la arena al bajar la marea y corría hasta el agua para arrojarlas tan lejos como podía mar adentro.
Al llegar a su lado, el escritor le preguntó: - Buen día, ¿qué estás haciendo?
Salvo estrellas de mar que arrojó la marea anoche, antes de que el sol las deshidrate y mueran, contestó el joven.
¡Pero eso no tiene sentido -le dijo el escritor-, en estos momentos debe haber millones de estrellas fuera del agua y jamás podrás salvarlas a todas!
El joven se detuvo sólo un instante, miró la estrella que llevaba en la mano, giró y con su movimiento parecido a un baile, la arrojó al mar, y luego mirando al escritor a los ojos le dijo: - ¡Para esa estrella, sí tuvo sentido...! Y continuó con su tarea.
El escritor movió su cabeza, completó su caminata; sin embargo, la frase "-¡Para esa estrella, sí tuvo sentido...!", le daba vueltas en su cabeza.
Finalmente lo comprendió... aún un pequeño cambio que aparentemente en nada afecta los resultados, al final SIEMPRE es valioso para quien se beneficia de él.
A la mañana siguiente, un caminante ocasional advirtió con asombro que una mayor y otra más joven parecían bailar junto a la playa... corrían hacia el mar, levantaban sus brazos, daban la vuelta...
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