
A ella le gusta su trabajo.
Foto: HERMES GONZALEZ
A ella le gusta su trabajo.
Foto: HERMES GONZALEZ
No le tiene pereza al trabajo. Así es Rosa Lía Feliz de Gil, quien lleva más de 15 años vendiendo “hot dogs” (perros calientes) de manera ambulante por diferentes lugares de la ciudad capital.
Todos los días se levanta a las 3:00 a.m. para tener todo listo cuando inicie el día, pero eso no es lo único que hace doña Rosa, ya que cuando no está vendiendo sus perros calientes labora en un puesto de venta de comida, ubicado cerca del Ministerio de Obras Públicas.
Ella tiene 11 hijos y explica que no ha sido fácil sacarlos adelante, pero con esfuerzo lo ha logrado, y sigue trabajando para mantenerse y brindarle apoyo a cualquiera de sus nietos cuando lo necesiten.
En su mente lleva la idea de obtener todos los días el dinero de manera honrada y llevarlo a su casa; exhorta a quienes dicen que no hay trabajo a buscar la manera de ganarse la vida, pero de buena manera.
Para doña Rosa el cansancio se siente ya en la tarde, pero es a esa hora cuando ya ha terminado la faena y tiene su dinero diario ganado para solventar los gastos de su casa.
Su mayor satisfacción es que cada vez que saca un permiso para vender comida en alguna actividad se lo dan, y cuando le realizan las inspecciones los funcionarios de salud, no tiene ningún problema, porque ella busca que las personas coman bien y sano, para cuando la vuelvan a ver por la calle le compren nuevamente sus comidas.