Los maestros deben ser verdaderos educadores y forjadores de hombres nuevos. (Foto: Cortesia)
Dr. Denis Cardoze
| Psiquiatra de niños y adolescentes
Matricular a un niño en una determinada institución escolar es un acto que en la mayoría de los casos, no obedece a un análisis previo del sistema educativo que aquélla ofrece.
La pregunta: ¿por qué la escuela debe tener una respuesta distinta, que lleve a una enseñanza también diferente? Tanto alumnos como padres y educadores deben trabajar en una empresa común dirigida a formar personas en consonancia con lo que queremos sea una persona íntegra, que pueda acercarse más al ideal de la humanidad.
Es un error confundir como fin de la formación escolar la pura adquisición de conocimientos técnicos o de idiomas de moda, ya que se está confundiendo el fin con los medios.
La formación escolar debe tener como meta ideal la consecución de un ser humano con un alto nivel ético y espiritual, con una profunda formación humanística, y una formación científica adecuada a los tiempos actuales. Todo lo que se enseñe o se trate de inculcar en un centro educativo debe mirar hacia esos objetivos finales.
Los maestros, y con este nombre quiero abarcar a todo aquél que se desempeñe como docente, ya sea en primaria, secundaria o universidad, tienen una tarea más amplia que la de ser meros informadores de conocimientos teóricos. Deben ser además verdaderos educadores y forjadores de hombres nuevos.
Deben ser guías que realicen la labor educativa en su pleno sentido que, según nuestro diccionario, es la de dirigir, encaminar y desarrollar las facultades intelectuales y morales del joven; perfeccionar, afinar los sentidos; educar el gusto; enseñar los buenos usos de urbanidad y cortesía.
Así, el niño encontrará en la escuela un centro de formación del cuerpo y del espíritu, donde todas las condiciones estén en función de su mejor desarrollo, adaptado a sus necesidades físicas, emocionales y cognoscitivas. De esta manera se complementa la labor educativa del hogar, aunque éste a su vez, debe ayudar a aquélla a conseguir sus fines.
Si bien la escuela está comprometida con la sociedad en la preparación de los futuros ciudadanos, también lo está con la necesidad de que éstos sean personas pensantes, críticas, y capaces de efectuar cambios en búsqueda de un mundo mejor.