Mentes que no tienen límites
Pierden el sentido del tiempo cuando están en su juguete preferido.

Joyce Baloyes | DIAaDIA

El ingenio y la creatividad salen a flote. La falta de parques y áreas recreativas en los barrios marginados de la capital no impiden que los infantes encuentren la manera de divertirse.

La algarabía se escuchaba en la cuadra siguiente, al momento que un grupo de traviesos chicos disfrutaba de un sube y baja improvisado.

Sus débiles cuerpecitos sacaban fuerza de donde no tenían para mover el pesado y oxidado esqueleto de un auto viejo.

La adrenalina, propia del "arrepinche" y juegueteo, era evidente. No había tiempo de interrumpir las risas.

Por mucho tiempo, un lote baldío en calle 18, Barraza, ha sido su parque sustituto.

El clan lo formaban unos trece niños que no superaban los doce años. Desde el más pequeño hasta los mayorcitos contribuían para darle movimiento al "Barco pirata", como le han denominado. Al ver la presencia de DIAaDIA, nos cayeron en banda. Aarón Ameth y sus amiguitos desean que les construyan un cuadro de fulbito en el lote abandonado, para no tener que ir hasta Plaza Amador a buscar diversión y peligros.

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