Una de las enseñanzas que nos dejó Jesús es que debemos amarnos los unos a los otros. Y por muy poco que se pueda hacer, si se trata de ayudar, es bienvenido. Durante la cosecha del café, muchas son las familias que se trasladan hacia tierras altas en Chiriquí, principalmente, a Boquete. Mientras los padres van a las fincas, los pequeños se quedan en el ocio. En algunas fincas esto ha cambiado, ya que Casa Esperanza ha establecido centros de atención, en los que los niños aprenden jugando y los más grandes refuerzan materias. Es allí, justamente en la Pequeña Suecia, donde enseña Sandra Almengor, una joven de 21 años. Ella asegura que en sus cuatro años como docente, ésta ha sido la mejor experiencia.

Sandra, oriunda de David, atiende a los más grandes del centro, pues la maestra Mirta se encarga de preescolar, de modo que lo básico de sus clases son la suma, la resta, la multiplicación y la división. Comenta que a sus alumnos les gusta mucho estudiar y son muy aplicados.

SU EXPERIENCIA

Sandra se inició en la Normal Juan Demóstenes Arosemena, en Santiago. En esa misma población, empezó como maestra y también ha dado clases en Soná. Ésta es su primera vez en una finca y está encantada, pues considera que es algo diferente, porque en otros ambientes uno está acostumbrado.

Confiesa que desde pequeña le gustaba enseñar a los niños, además de que sus padres la apoyaron bastante. “Lo mejor es que en realidad, yo quería ser maestra”, afirmó.

ANTES NO LA QUERIAN

Como toda maestra, a Sandra también le han tocado situaciones difíciles; por ejemplo, recién llegó a esta finca, había dos niñas que no la querían, pues ella llegaba en reemplazo de otro maestro; sin embargo, todo eso pasó y a los días estaban pegadas de Sandra. Ahora todos trabajan por igual y se apoyan en ella.

TOTAL

En la finca Pequeña Suecia se atienden 65 niños procedentes de Tolé y San Félix.