HISTORIAS
Tu cruz

Redacción | DIAaDIA

Un joven ya no daba más con sus problemas. Cayó de rodillas, rezando: "Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada".

El señor, como siempre, acudió y le contestó: "Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esa habitación. Después, abre esa otra puerta y escoge la cruz que tú quieras".

El joven suspiró aliviado: "¡Gracias, Señor!" dijo, e hizo lo que le había dicho.

Al entrar vio muchas cruces, algunas tan grandes que no les podía ver la parte de arriba. Después vio una pequeña cruz apoyada en un extremo de la pared.

"Señor", susurró, "quisiera esa que está allá".

Y el Señor contestó: "Hijo mío, esa es la cruz que acabas de dejar".

Cuando los problemas de la vida nos parecen abrumadores, siempre es útil mirar a nuestro alrededor y ver las cosas con las que se enfrentan los demás. Verás que debes considerarte más afortunado de lo que te imaginas.

Cualquiera que sea tu cruz, cualquiera que sea tu dolor, siempre brillará el sol después de la lluvia.

Pero sobre todo, hay que recordar que Dios nunca da a uno de sus hijos una cruz que no pueda cargar.

En todo caso, si un hijo la siente muy pesada, siempre está presto a ayudarle a cargarla. Sólo hay que tocar su puerta, porque Él siempre la abrirá.

Si tú sientes que el peso sobre tus espaldas es demasiado, siempre mira a tu alrededor y te darás cuenta de que no pesa tanto como pensabas.

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