Aunque a simple vista se nota que tiene muchos años encima, su espíritu lo mantiene joven.
Tanto así, que a diario jala su carretilla, muy bien decorada para vender los tan famosos raspa’os para refrescar de la calor a los panameños.
Este es el señor Jorge Enrique Cabullales, que sale de su casa para ir a vender en los predios del gimnasio Arturo Brown, de Juan Díaz, donde chicos y grandes, deportistas del barrio, sacian su sed con un raspa’o después de las intensas jornadas.
La venta de raspa’o representa una extra para poder solventar en mejor forma los gastos de su hogar, en vista de que el cheque que recibe de su otro trabajo no le alcanza para muchas cosas.
Desde tempranas horas de la mañana se levanta a preparar los jugos de sabores naturales, luego compra su hielo y, de allí, a trabajar se ha dicho. Hasta casi las 5 de la tarde, dependiendo del movimiento, termina su jornada laboral.
Es muy conocido en el barrio de Juan Díaz. Su don de gente es su mejor arma para ganarse a los "juandieños".
Hasta que el cuerpo aguante, el señor Enrique se mantendrá vendiendo raspa’o, además de ser una entrada extra, lo mantiene activo y se entretiene.
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