¡Luchadora! Esta palabra define a la perfección a María Montero. A sus 49 años siente que ha logrado humildemente todo lo que se ha propuesto en la vida. En su casa, ubicada en el barrio de Brooklincito, se gana la vida vendiendo desayunos, pollo frito, hojaldres, pescado frito y toda clase de frituras. Cuenta que no todo ha sido fácil, ya que desde niña tuvo que emigrar de su natal pueblo Las Huacas en Río de Jesús, en Veraguas, a la capital.
Trabajando en casas de familia y sin conocer la ciudad, ella se fue abriendo paso y con lo poco que ganaba le enviaba dinero a sus padres que se dedicaban a la agricultura.
"Yo no pude terminar la escuela porque mis padres eran muy pobres. Gracias a mi tenacidad de ser alguien en la vida hoy tengo mi pequeño negocito", comentó María.
La faena comienza desde muy temprano cuando su esposo va al mercado a comprar los víveres, las pocas ganancias sirven para ayudarlo con los gastos de la casa, según ella, un solo sueldo ya no alcanza para nada.
La carencia de un nivel de escolaridad no fue obstáculo para que se inscribiera en varios seminarios y cursos que le han servido para saber administrar lo poco que gana y cómo administrar un negocio.
Esta humilde señora sueña con tener su propio local fuera de su barrio, ya que debido a la mala fama que tiene de ser peligroso, la mayoría de su clientela es de la comunidad.
Desde el humilde barrio de Brooklincito, esta tenaz mujer seguirá trabajando para lograr todos los sueños que se ha propuesto y a la vez aprovecha la oportunidad para enviarles un mensaje a todas esas personas que se la pasan quejando de que no hay trabajo.
Con un poco de ingenio y ganas de trabajar, aseguró María, "todo se puede lograr en la vida, sentado en la casa y quejándose no se logra nada".
EL SUSTENTO
Además de vender desayunos, su casa funciona como fondita. Con su trabajo ha criado a todos sus hijos.