Se considera al Carnaval como la fiesta del panameño. Muchas personas, durante todo el año, ahorran una parte de su salario para tener cuatro días de desenfreno total, donde se vale y acepta todo.
Sin embargo, como recuerdan muchos, los carnavales de este nuevo siglo no son ni la sombra de lo que eran antes, cuando se paseaba por la Avenida Central y se disfrutaba del “desorden sano”, cuando lo más importante no era el libertinaje, sino vivir el momento y apreciarlo.
ORIGEN
En Panamá, el mundo se detiene durante esos cuatro días y no importa lo que pase, el panameño, llueva truene o relampaguee, quiere su fiesta. Pero, como sabemos, no se inició aquí, aunque sí ha sido en nuestro país que ha cambiado.
No hay una fecha exacta para decir cuándo se inició el Carnaval. Se dice que su origen está ligado a una festividad egipcia, donde se le ofrecían rituales a la diosa Osiris para agradecerle por la fertilidad.
En esos festejos, los romanos se entregaban a los designios de una deidad de la mitología griega, Momo, dios de la burla y la locura, famoso por divertir a los dioses del Olimpo con sus críticas agudas y mímica grotesca.
Disfraces, confetis, murgas, comparsas y agua, el componente principal, son elementos característicos de esta fiesta popular, que se celebra de manera similar en distintos puntos del mundo.
A Panamá, estas fiestas llegaron con los españoles y se fue nutriendo de las experiencias de las muchas culturas que conviven en nuestra tierra, hasta transformarse en lo que conocemos hoy. Algunas poblaciones específicas le han dado su propia “interpretación”, y han hecho que surjan las famosas "calle arriba y calle abajo", donde se elige una reina por cada calle, y con el respaldo los residentes, salen durante los cuatro días, organizados en grupos denominados "tunas", cantando alegres tonadas.
Precisamente, por lo popular que se ha hecho el Carnaval fuera de nuestras fronteras, muchos visitantes extranjeros llegan a nuestro país, interesados en vivir en carne propia lo que hace tan peculiar a esta fiesta. Esto desemboca en un aumento a las arcas nacionales, por la gran cantidad de ingresos que dejan los turistas para la economía del país.
ARRANCA LA FIESTA
El Carnaval comienza el viernes en la noche, y no para hasta el entierro de la sardina, en la madrugada del miércoles, aunque desde la semana anterior muchos comienzan el éxodo hacia las diferentes provincias del interior, sobre todo para las provincias centrales, donde se concentra la mayoría de los visitantes.
Desde el viernes, se van iniciando las coronaciones y se da inicio a la fiesta del "dios Momo", como también se le conoce a esta actividad, realizada cuarenta días antes de la Semana Santa, que en contraste es la fiesta más importante para los cristianos, donde se trata de vivir en ayuno constante y alejados de las tentaciones de la carne.
Los carnavales se han convertido en una celebración importante en muchas poblaciones, como Las Tablas, Los Santos, Penonomé, Capira, Chepo, Bocas del Toro, entre otras. Aunque la preferencia se centra en la región de Azuero, donde los carnavales han sido tradición desde principios del siglo pasado, específicamente en Las Tablas, lugar donde esta tradición ha crecido de tal manera, que es uno de los lugares que más visitantes recibe durante estas fechas.
TODO SE VALE
Aunque quisiéramos, no todo en Carnaval es perfecto. Durante estos cuatro días, se ingiere una gran cantidad de licor, con serias consecuencias. Las venas atestadas de alcohol transforman a las personas en asesinos potenciales, y provoca muertes por irresponsabilidad al conducir o por la aparición de estados de violencia contra los demás. Las drogas son otro de los acompañantes de algunos para estas fiestas.
Por otra parte, también se ve el aumento de comidas populares, donde no se tienen en cuenta las medidas sanitarias. No se puede dejar fuera la forma en que muchos sacian sus ansias de sexo, de manera frenética y sin protección, conllevando resultados negativos que van desde embarazos no deseados hasta la adquisición de enfermedades de transmisión sexual. No es de extrañarse que muchos tengan relaciones sexuales con personas que no conocían y que no vuelven a ver nunca más.
“Belisario”, de 28 años, nos contó cómo se prepara para esta fiesta, la cual vive como si fueran “los últimos días de su vida”. Desde que comienza el año, Belisario separa parte de su quincena para afrontar los gastos del Carnaval, el alquiler de la casa donde se hospedarán, el busito que lo llevará a él y a sus amigos, comida, ropa para los culecos, entradas a la discoteca y algo extra por cualquier imprevisto.
Él disfruta la experiencia al máximo. No le importa ir solo, porque siempre se “levanta” a una chica que lo acompañe durante esos días y a quien casi nunca vuelve a ver. ¿Protección? "Siempre", responde, aunque dice conocer algunos amigos a los que no les ha ido tan bien y que han tenido que cargar con su “domingo siete".
"Se pierde la dignidad, se entregan al desenfreno... hay que divertirse, pero que esto no sobrepase los límites" afirmó. Igualmente, expresó que para estos días, la Iglesia también ofrece actividades, como retiros y grupos de personas en oración, para la preparación Cuaresmal.
DEUDAS PARA GOZAR
La mayoría de los artículos empeñados para tiempo de Carnaval, vuelven a manos de sus dueños, que los pasan a buscar la quincena siguiente, aunque otros (la mayoría) quedan pagando los intereses.
Otras personas venden pertenencias o alquilan locales.
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