
Estefanía Mora, a pesar de los percances, jamás dejó que su sonrisa se alejara de su rostro.
Estefanía Mora, a pesar de los percances, jamás dejó que su sonrisa se alejara de su rostro.
Estefanía Mora, a pesar de los percances, jamás dejó que su sonrisa se alejara de su rostro.
Los resbalosos no podían faltar.
Las tunas hicieron bailar hasta a los cojos.
Hubo quienes se menearon hasta más no poder en los culecos.
¡Agua, agua, weeeee!, pedía la gente en la Cinta Costera.
Estefanía Mora, a pesar de los percances, jamás dejó que su sonrisa se alejara de su rostro.
Los resbalosos no podían faltar.
Las tunas hicieron bailar hasta a los cojos.
Hubo quienes se menearon hasta más no poder en los culecos.
¡Agua, agua, weeeee!, pedía la gente en la Cinta Costera.
Estefanía Mora, a pesar de los percances, jamás dejó que su sonrisa se alejara de su rostro.
Los resbalosos no podían faltar.
Las tunas hicieron bailar hasta a los cojos.
Hubo quienes se menearon hasta más no poder en los culecos.
¡Agua, agua, weeeee!, pedía la gente en la Cinta Costera.
Estefanía Mora, a pesar de los percances, jamás dejó que su sonrisa se alejara de su rostro.
Los resbalosos no podían faltar.
Las tunas hicieron bailar hasta a los cojos.
Hubo quienes se menearon hasta más no poder en los culecos.
¡Agua, agua, weeeee!, pedía la gente en la Cinta Costera.
Estefanía Mora, a pesar de los percances, jamás dejó que su sonrisa se alejara de su rostro.
Los resbalosos no podían faltar.
Las tunas hicieron bailar hasta a los cojos.
Hubo quienes se menearon hasta más no poder en los culecos.
¡Agua, agua, weeeee!, pedía la gente en la Cinta Costera.
Se llegaron las 6:30 p.m. y nada que llegaba el carro alegórico de la reina Estefanía Mora, mientras ella esperaba dentro de un bus ataviada con una linda pollera.
Rápidamente corrió el rumor de que el carro se había dañado en el Hotel Miramar.
Para tapar el incidente, las comparsas, los diablicos, los resbalosos empezaron el desfile con el carruaje del Instituto Nacional de Cultura (INAC).
Pero una vez pasaron las delegaciones, los asistentes miraban a la calle y no venía nada más. Enseguida empezaron las criticas.
Pasaron los minutos y rápidamente el comité organizador dio la orden de que el carro alegórico entrara al desfile más adelante de donde era el punto de partida.
Las personas que estaban al principio se quedaron con ganas de ver a las reinas, pues todo estaba retrasado.
Pero entre percance y percance, subió Estefanía a su carro y de inmediato la acomodaron.
Expertos explicaron que ella lució una pollera calada, zurcida, bordada con siete colores y todas sus prendas eran de oro. El carro tenía imágenes de indígenas y diseños precolombinos para adornar. Asimismo, sus princesas Julieta Lara y Lesbia Lobo lucían bellas polleras, lo que deleitó tanto a los presentes, que se tomaron fotos junto a ellas.
Otro carro que también engalanó la Cinta Costera fue el de la reina de la Pollera, Michell González, quien de igual forma se puso una lujosa pollera.
En el desfile de ayer las personas apreciaron delegaciones internacionales, donde se resaltaron los trajes típicos de otros países.
En familia
Pero la Cinta Costera ayer estaba llena, pues familias enteras de Arraiján, Tocumen, Chilibre y otros sectores acudieron al lugar para disfrutar en familia. Tal fue el caso de la familia Ábrego, que vino desde Torrijos Carter, con sillas en mano para ver los carros alegóricos y así pasar su domingo de Carnaval.
Los culecos
A las 10:00 a.m. de ayer comenzaron los culecos en la Cinta Costera, ahí la seguridad fue estricta por parte de los uniformados de la Policía Nacional, quienes con pelepolice en mano y bajo una revisión minuciosa dejaban ingresar a quienes acudían.
Ahí las chicas hicieron de las suyas para llamar la atención, pues sus cabellos pintados de colores, las mallas transparentes, los pantalones cortitos y los escotes eran parte del atuendo, que hizo que más de un chico las mirara y les lanzara un piropo.
Mientras los caballeros con sus sombreros, gafas oscuras y vasos con refrescos saltaban y pedían agua.
Las tonadas de la música de moda hizo que muchas personas, sin pena alguna, se menearan hasta el piso provocando que los demás los vacilaran.
Ya a las 2:00 p.m. los culecos finalizaron, y aunque algunos rogaron para que se extendieran fue por gusto, pues las reglas decían que no se podían extender.
Esta situación entristeció a otros que apenas formaban la fila para entrar, pero la mojadera se había terminado.
Como las personas que estaban en los culecos salieron a comprar comida, una bandada de gaviotas no perdió la oportunidad de hacer la visita y volaba sobre las personas en busca de comida. Ahí tenían que estar atentas, de lo contario la gaviotas se llevaban las viandas.