Un hombre golpeaba fuertemente una roca, tenía un rostro duro, sudado por el esfuerzo, bajo el sol inclemente.
De repente, un hombre que lo observaba, se compadeció de él y se acercó a preguntarle:
- ¿Cuál es su trabajo?
Y el trabajador, chorreado de sudor, con gran pesadumbre, le contestó:
- ¿No lo ve? Picar piedra.
El hombre se alejó de él, porque sintió que estaba malhumorado.
Caminó y llegó hasta donde estaba un segundo hombre, que golpeaba fuertemente otra roca. Sudaba a chorros y tenía cara de pocos amigos.
Se acercó, y con prudencia, le preguntó:
- ¿Cuál es su trabajo?
Y el hombre, igual que el anterior, le contestó con pesadumbre y de muy mala forma:
- ¿No lo ve? Tallar un peldaño.
El hombre se alejó un poco apenado por haberle formulado la pregunta.
Caminó otro trecho, y vio a un tercer hombre que golpeaba fuertemente una roca. Transpiraba y las gotas de sudor mojaban su rostro, pero a diferencia de los otros dos, mostraba un rostro alegre, distendido.
Y el hombre, esta vez asombrado, le preguntó:
- ¿Cuál es su trabajo?".
Y contestó ilusionado: -¡Estoy construyendo una catedral!
Todo en la vida es cuestión de actitud y de metas. Este hombre sabía que algún día vería una catedral construida por él y eso lo ilusionaba. Tenía visión futura y miraba con luces largas. ¡He ahí la diferencia!
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