Hace unos días, le presenté a una amiga un ex compañero de colegio. Ella le habló de sus hijos, pero le dijo que tenía cuatro, cuando yo sé que tiene tres.
Cuando el ex compañero se fue, la interrogué acerca del porqué mintió.
"¿Mentir? ¡Jamás! Yo tengo cuatro hijos, ¿o acaso no sabías que cuando uno se casa, el marido termina por convertirse en otro hijo?", me dijo muy convencida, y encima, tú, como "madre", siempre quedas mal.
Yo medité y llegué a la conclusión de que mi amiga tenía razón en algo. Veamos:
¿Recuerdan lo que significa honrar padre y madre?
En el caso de los hijos adolescentes, no sólo se honra al padre y a la madre obedeciéndoles delante de ellos, sino también comportándose adecuadamente cuando ellos no están presentes. Si un chiquillo llega a una casa ajena y no dice ni buenas tardes y luego se mete a los cuartos, lo primero que se piensa es que sus padres no le enseñaron modales. Lo más probable es que sus progenitores se lo han repetido hasta el cansancio, pero al chiquillo le entró por un oído y le salió por el otro.
¿Honró a sus padres? ¡No!
Y veamos qué ocurre con el "hijo" más grande, es decir, el marido.
Él sale a la calle con un pantalón crema y las medias naranja. La mujer le insiste en que se las quite, que eso no le combina, pero él ni caso le hace. ¿Qué es lo primero que se piensa? ¡Que esa mujer no está pendiente de su marido! ¿Honró a su "madre", o sea, a su mujer? ¡No!