El romance y la tragedia se unieron en la esperada noche de "Rigoletto", que tuvo como escenario el Teatro Anayansi del Centro de Convenciones ATLAPA.
Artistas internacionales y locales enlazaron sus talentos para la puesta en escena, por primera vez en Panamá, de la obra lírica más famosa de Giuseppe Verdi.
Los días previos al evento habían despertado expectativas en el país, donde la ópera culminaría una gira Centroamericana que incluyó 10 presentaciones, a un costo de unos 300 mil dólares, según sus organizadores.
Aunque el Anayansi no estuvo a su capacidad, la respuesta del público a la ópera Rigoletto (considerada junto a La Traviatta como puntos culminantes de la creación verdiana), fue significativa.
ÓPERA
Tras un retraso de 28 minutos, subió el telón. El primer acto dio la bienvenida con una reunión festiva en el palacio del Duque de Mantua, representado por el talentoso tenor italiano, Romolo Tisano, quien recientemente fue el ganador del Concurso Internacional de la Romanza de Cámara en Veneto.
El Duque fanfarronea sobre sus muchos amores, hasta que apareció en escena Rigoletto, su bufón y personaje principal de la obra. Representado magistralmente por el barítono italiano Mauro Augustini, quien ha representado a Rigoletto más de 200 veces alrededor del mundo.
El melodrama dio la oportunidad de disfrutar de voces de cartel como Carlo Tallone (Sparafucile); Ana Rosa Orozco (Magdalena); y Salvador Ríos (Conde Monterone), entre otros. Todo girando en torno a la doncella Gilda (Ana Carnovali), cuyos dúos junto a Rigoletto fueron muy aplaudidos.
Aunque la pantalla con los diálogos en español falló algunas veces, en general el escenario estuvo a la altura: se combinaron imágenes proyectadas y efectos de luces para darle a los tres actos una cálida atmósfera de ópera. En lo que para nada atinaron fue en el vestuario, pues con el perdón de todos estaba "muy gallo".
Los espacios físicos fueron ambientados por la orquesta, dirigida por el maestro Bruno D' Astoli, y bajo la coordinación musical de la profesora Electra Castillo.
La noche terminó con un prolongado aplauso del público para todo el elenco, y una ovación para Rigoletto (Mauro Augustini). Su interpretación transmitió perfectamente la mezcla entre el odio y el amor. Como escribió el propio Verdi: "es una obra a veces deforme y odiosa y sin embargo, apasionada y cariñosa".