
Boris tiene 24 años de reparar relojes en su puestito ubicado en La Central.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Boris tiene 24 años de reparar relojes en su puestito ubicado en La Central.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Boris tiene 24 años de reparar relojes en su puestito ubicado en La Central.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
En su puesto tiene miles de piezas
Boris vive solo en su pequeña casa, ubicada en Arraiján.
Sus clientes van en busca de una solución inmediata.
Se fija en el mínimo detalle para dar una respuesta positiva al cliente.
No le teme a la competencia. Una compostura rápida y que les funcione es por lo que muchas personas se dan cita al puesto del señor Boris Castro todos los días para que les arregle sus apreciados relojes de pulso. Él asegura que su larga experiencia como relojero ha mantenido su clientela frecuente y a los que están comenzando en el mercado no les teme.
El señor considera que para el negocio es muy importante tener una publicidad que le indique al cliente los precios y el mecanismo de trabajo. “Con un piloto negro yo mismo escribo mi propaganda, soy muy creativo”, recalcó.
A sus 58 años se mantiene en buena forma; aunque vive solo en casa, los fines de semana sale a pasear para distraerse un rato y para que así la soledad no lo acapare.
Boris ha sido, a lo largo de su trayectoria, maestro de muchos jóvenes que hoy día están compitiendo en el mercado arreglando relojes. “Les he enseñado todo lo que saben a estos chicos, pero me enorgullece, porque el día en que me retire, saben mis mañas para reparar relojes”, expresó.
El reparador, quien vive en Arraiján, dijo que las personas van a su puesto con la ilusión de que él les arregle su reloj favorito; la mayoría de los casos son fáciles, ya que solo hay que reparar el circuito o bobina, o solo necesitan limpiezas y así mismo se les cobra dependiendo de la marca del reloj.
El señor tiene 24 años de estar reparando relojes en una esquina de la Avenida Central, así obtiene las ganancias con las que puede cubrir todos los gastos y necesidades diarias que tiene, pero el dinero extra que le queda lo ahorra para cualquier imprevisto que pueda suceder.