La naturaleza es maravillosa, un ejemplo de ello es cómo se aferra a la vida independientemente de las condiciones atmosféricas a las que se enfrente.
Prueba de ello son los árboles como el guayacán, que utiliza una fuerza tan importante como lo es el viento.
Luis Carrasquilla, profesor de botánica de la Facultad de Biología de la Universidad de Panamá, dijo que estas plantas leñosas florecen principalmente en la estación seca y producen frutos y semillas de forma alada. Su periodo de floración comienza a principio de febrero y a mediados de marzo. El otro periodo en el cual manifiestan su belleza es a principio de abril.
El nacer de forma alada tiene un porqué. Explicó que a las semillas, por tener esta fisonomía, les es más conveniente el poder trasladarse a través de las corrientes del viento. Además, por estar sus semillas secas pueden flotar fácilmente para poder ser llevadas lejos del árbol padre y así colonizar nuevos hábitat que permitan que la especie se preserve y se esparza a otros lugares.
Existen otros árboles que usan este método para seguirse reproduciendo. Algunos de ellos son la jacaranda, conocida por su color como nazareno, la caoba y cedro.
Así como el clima puede ayudar, también puede crear inconvenientes. Carrasquilla explicó que durante la estación húmeda hay abundante lluvia y las semillas del guayacán caen, pues se humedecen y caen cerca del árbol padre, sin llegar a nuevos hábitat.
Este año, dijo, que a causa de las alteraciones climáticas no se han visto tantas floraciones. Indicó que están atrasadas, debido a que las lluvias se extendieron y se han dado cambios en el clima. No obstante, concluyó diciendo que la cadena alimenticia no se ha visto afectada, ya que en nuestros bosques hay especies que tienen frutos que permiten suplir la carencia de los productos de este hermoso árbol.
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