Desde una isla remota, el único sobreviviente de un naufragio oraba fervientemente, pidiendo a Dios que lo rescatara. Las horas pasaban y no dejaba de suplicar.
Todos los días revisaba el horizonte buscando ayuda, pero esta nunca llegaba.
Cansado, eventualmente empezó a construir una pequeña cabañita para protegerse, y proteger sus pocas posesiones. Un día, después de andar buscando comida, encontró la pequeña choza en llamas, el humo subía hacia el cielo.
Todo lo perdió en aquel incendio. Confundido y enojado con Dios le decía: "¿Cómo pudiste hacerme esto?", y se quedó dormido sobre la arena.
Temprano en la mañana del siguiente día, escuchó asombrado la sirena de un barco que se acercaba a la isla.
Venían a rescatarlo. Les preguntó, ¿cómo sabían que yo estaba aquí?
Y sus rescatadores le contestaron, "vimos las señales de humo que nos hiciste...."
"Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio". Romanos 8, 28
Moraleja: Permite que Dios actúe, aunque no entiendas sus caminos.
Las cosas, a veces no suceden cuando tú las deseas, sino como Dios las tiene preparadas para ti. Recuerda que siempre hay que hacer la voluntad de Dios, el Todopoderoso.