
Los moradores del pueblo lo quieren y aprecian mucho.
Fotos: JESUS SIMMONS
Los moradores del pueblo lo quieren y aprecian mucho.
Fotos: JESUS SIMMONS
Fuerte como una roca. A sus 78 años, Bernardo Espinoza aún tiene fuerzas para trabajar, por eso el retiro no está presente en su mente.
Este coclesano llegó a la comunidad San Juan de Pequení, ubicada dentro del Parque Nacional Chagres, en el corregimiento de Chilibre, en la década del 60.
En este lugar, alejado de su amado Penonomé, Coclé, encontró todo lo necesario para vivir digna y honradamente, pues sus habitantes lo acogieron como uno más de ellos.
Cuando se instaló en este pueblo se dedicó a la agricultura. Con mucho esfuerzo sembró maíz, yuca, arroz, entre otros productos que luego vendía en Vigía, Colón y en la ciudad de Panamá.
Otro de los negocios que desarrolló en su juventud fue la compra y venta de oro que sacaban los indígenas de las quebradas y ríos que hay en San Juan de Pequení.
Ahora su vida no es tan ajetreada, ya que atiende una tienda que heredó de un asentamiento. Allí vende toda clase de comestibles a indígenas emberás y latinos que viven en el pueblo.
Con unos ahorritos que tenía pudo abastecer la tienda y de allí para adelante el éxito se lo debe a la tenacidad y esfuerzo con el que trabaja en su tienda.
Lo que más le preocupa a este trabajador informal es que por lo distante los productos los tiene que traer de Colón y eso tiene un costo grande para su negocio.
A pesar de eso saca fuerzas para no desmayar y seguir en lo que le gusta hacer, que es atender la abarrotería.
Con todos estos trabajos educó y sacó adelante a sus siete hijos, a los que nunca les faltó el vestido, un techo y un plato de comida. Por su edad ya no tiene ningún proyecto en mente y solo se dedicará a trabajar, mientras Dios le dé vida y salud.