Pese a que la junta organizadora de los carnavales capitalinos aseguró que no permitirían ningún tipo de obscenidades en las tarimas, la realidad es que al igual que años anteriores, lo que sobró fueron chicas bailando sugestivamente el reggaetón del momento, y otras que no pasaban de la edad de las ilusiones, haciendo todo tipo de contorsiones vulgares con sus cuerpecitos. Todo esto ante la mirada lujuriosa de los asistentes. ¿Dónde está el decoro y la responsabilidad?
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