Román Montenegro Arcia. (Fotos: Didier Gil / EPASA)
Didier Hernán Gil
| Aguadulce
DIAaDIA
No pierde el tiempo. Su misión está como se dice en buen panameño: “entre ceja y ceja”. Y es que en la búsqueda de ingresos para su familia, Román Montenegro Arcia decidió sacarle provecho a los recursos con que contaba. Primero se llenó de entusiasmo y se armó de optimismo. Luego, reparó su pequeño pick up rojo y lo llenó de frutas y verduras para venderlos por los poblados cercanos al distrito de Ocú. Pero esa estrategia no le funcionó, ya que las ganancias eran pocas. Sin embargo, su tenacidad lo llevó a la conclusión de que el negocio era bueno, pero no de manera ambulante, sino en un local fijo.
Es por eso que, desde hace tres años, se ubicó bajo el árbol de mamón que se encuentra detrás de la Casa Cural de Aguadulce. Allí, en esa sombra, está el puesto de ventas del señor Román y donde se puede encontrar toda clase de frutas frescas. Es un local limpio y se ofrece una buena atención. Los dibujos que hay en las paredes de la Casa Cural hacen que el sitio sea más atractivo. Eso salta a la vista.
Román Montenegro Arcia reside en la barriada Altos del Lago, en Ocú, por lo que tiene que viajar diariamente. Eso representa un gasto de ocho dólares de gasolina diario para ida y vuelta. Calcula que hay una hora de camino.
Montenegro tiene cinco hijos y a veces algunos le ayudan en la venta de casa en casa por el centro de Aguadulce. Su mayor satisfacción es que todos sus hijos asisten a la escuela y su hija mayor ya se graduó de Bachiller en Ciencias. Ahora espera que continué la universidad.
De sus proyecciones, dijo que ya coordinó con las autoridades para que le asigne un local y continuar con esta actividad.
PRODUCTOS
Román compra todos los productos del día. A veces, sus clientes le encargan a los taxistas que le compren las verduras y frutas.