HISTORIAS
El más santo

Redacción | DIAaDIA

Había un hombre era famoso por ser el más santo de su pueblo. Se pasaba el día leyendo la Biblia y rezando.

Un día le preguntó a Dios si era él el más santo de ese pueblo. Dios le respondió que no; que había un hombre más santo que él, y le indicó quién era y dónde vivía.

Se dirigió hasta el lugar, una cabaña en las afueras del pueblo, y observó de lejos a este hombre. Era un pobre leñador, con esposa y cuatro hijos que se pasó todo el día cortando leña sin parar, excepto para comer algo a media mañana, al almuerzo y a media tarde, dando gracias a Dios por el trabajo y la comida que le daba. La otra pausa fue para ayudar a otro campesino al que se le rompió una rueda de su carreta.

De regreso a su casa le reclamó a Dios: "¿Cómo puede ser, Señor, que digas que ese hombre es más santo que yo? Si es un pobre ignorante, que apuesto que jamás leyó la Biblia porque hasta analfabeto es. Dios lo hizo callar, y le ordenó que para probar su fidelidad, llenase un plato con leche, y recorriese las calles del pueblo sin derramar nada. Obedeció al instante. Al terminar, esperó un reconocimiento divino, pero Dios le preguntó: "Cuántas veces te acordaste de mí mientras caminabas?". Y el hombre respondió: "¿Cómo iba a tener tiempo de pensar en algo? Estuve todo el tiempo tan concentrado cuidando de no derramar la leche que no podía distraerme en otra cosa". "¿Y así quieres ser el más santo del mundo? Ese campesino trabajó todo el día, pero tuvo tiempo de acordarse de mí, y ayudar a otro. Si quieres ser santo, debes cumplir con tus obligaciones, sin dejarte absorber por ellas, dándote tiempo para acordarte de mí y prestar atención a los que te rodean y necesitan de ti."

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