HEURISTICO
De los intereses

David Robinso | DIAaDIA

"Un buen lí­der puede, en momentos dados y por cierto tiempo, movilizar lo mejor de lo que la gente es capaz, pero no indefinidamente."

José Zalaquett

¿Es posible inmiscuirse en la acción polí­tica sin ser un malandro? Tan virulenta fama tienen los polí­ticos profesionales que es difí­cil contestar negativamente. Y no sólo eso. Es muy probable que sea tildado de idiota o estúpido si no asume el clásico comportamiento corrupto. Entonces, ¿no hay remedio? ¿Nos vamos para la casa y encendemos el televisor?

Soí±emos despiertos por un instante. La corruptela es la nefasta consecuencia de la búsqueda, a toda costa, del cumplimiento de los deseos personales de los polí­ticos. ¿Será posible alinear esos intereses particulares con los de la comunidad? ¿Eliminar ese terrible "a toda costa"? Pienso que se necesita un tipo especial de lí­der y también de comunidad.

Alimentar la esperanza de que los humanos abandonemos permanentemente nuestros vicios, por obra y gracia de un milagro instantáneo, es una idea bastante ingenua. Creo que hay épocas donde la humanidad se comporta a la altura de todos los discursos humanistas, y ellas son seguidas de tiempos paupérrimos y desgraciados.

En las primeras, tanto la comunidad como su clase polí­tica logran avances sociales dignos de registro histórico con letras doradas. En los segundos, sólo queda vigilar y aguardar. ¿Aguardar qué? Aguardar el afloramiento de la buena voluntad. ¿Y mientras se aguarda? No olvidar que así­ como hubo buenos tiempos, así­ regresarán. Es necesario estar convencido, casi por vocación, que para que sea posible una sociedad más justa hay que hacer, lo que nos toca hacer, y hacerlo y rehacerlo hasta que nuevamente la humanidad entre en razón. No hay tarea chica, si se hace con profunda vocación.

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