
Jorge “El Búfalo” Sánchez celebra la victoria, luego de noquear a Luis “El Miura” García.
Fotos: Alberto Ortega
Jorge “El Búfalo” Sánchez celebra la victoria, luego de noquear a Luis “El Miura” García.
Fotos: Alberto Ortega
El prospecto panameño Jorge “El Búfalo” Sánchez subió al tinglado del Hotel Veneto y Casino con la etiqueta de favorito. Su hoja de vida, de esas que mete miedo en el mundo del boxeo, era su mejor carta de presentación: invicto en ocho combates, con seis triunfos por la vía del sueño.
Nadie podía discutir esa noche del pasado jueves la condición de favorito de Sánchez, más si al frente tenía al también panameño Luis “El Miura” García, un rival con un récord regular (8-7-1-5 KO) y que venía de dos derrotas.
Pero había un elemento que abrazaba con mucha fe la esquina de García y que se inclinaba ampliamente a su favor: la experiencia.
De repente la campana hizo estremecer la vida de los aficionados. Fue un chispazo de alerta para que clavaran sus pupilas sobre el ensogado, con tal de que no se perdieran el mínimo detalle del choque, en un ambiente en que se podía respirar un fuerte olor a cloroformo, en el plato fuerte de la velada “Pa’ Bravo Yo”.
Ambos gladiadores salieron con sus guardias arriba, tratando de hacer de esta primera vuelta un asalto de estudio. Sin embargo, a medida que pasaron los segundos, esta estrategia pasó al olvido.
No fue hasta el segundo “round” que llegó el primer golpe sólido del compromiso. Fue una recta de derecha por parte de García que hizo estremecer la humanidad de Sánchez.
Por primera vez durante el pleito, Sánchez retrocedía. Era evidente que estaba en malas condiciones. García caminaba hacia el frente. Sus ojos eran los de un cazador hambriento cuando está a solo unos pasos de aniquilar a su presa. Pero en segundos, quien era el cazador, resultó ser la presa.
“El Búfalo” ahora estaba en una esquina, viendo a su rival desde lo más alto. García, quien había sido sorprendido por una derecha, escuchó hasta ocho la cuenta de protección del árbitro panameño Guillermo Pérez Pineda, para luego ponerse de pie.
El pleito continuó. Las combinaciones seguían siendo fragorosas. Ambos apostaban a entregar todas sus energías con tal de lanzar un golpe contundente. Era el choque de dos “fieras”, dispuestas a descubrir de qué cuero podría salir más correa.
No fue hasta el cuarto “round” que la sede de la refriega volvió a estremecerse. En esta ocasión “El Búfalo” estaba en la lona. El público explotaba de felicidad. Era evidente que los presentes estaban a favor del más débil, aquel que en el papel no era el favorito.
Al igual que su oponente, “El Búfalo” se levantó a la cuenta de ocho para continuar con la acción.
El golpe de la victoria
El octavo y último asalto entraba en escena. Había sido una pelea pareja. Estaba claro que en este último capítulo ambos gladiadores iban a entregar hasta la última gota de sudor. Era el momento para sorprender a los jueces o buscar un golpe que le pusiera punto final a la contienda.
Con pies planos en el centro del “ring”, tanto García como Sánchez comenzaron a lanzar toda clase de “torpedos”. “Bombas”, con malas intenciones, explotaban sobre el “ring”. En este intercambio, García sacó la mejor parte. Sánchez retrocedía y se iba contra las cuerdas ante las fuertes combinaciones. El amarre se hizo presente por parte de “El Búfalo”, con la intención de detener el empuje demoledor de su contrincante.
El tercer hombre del “ring” entraba en acción y los separaba. De forma inexplicable, García estaba ahora cuadrado a la guardia zurda, quizás con la intención de confundir a su rival, pero al final el confundido fue otro. Una recta potente apareció en escena que puso de glúteos a “El Miura” y lo acostó cuan largo es.
García no reaccionaba. Su mirada estaba en otro lado. Al final, a puro coraje trató de levantarse, pero le fue imposible vencer la cuenta de diez del árbitro Pérez Pineda.
En la otra esquina, “El Búfalo” celebraba como si se hubiera ganado un título mundial, mientras su entrenador Rigoberto Garibaldi lo paseaba en hombros arriba del ensogado.
Fue un digno combate, candidato desde ya a pelea del año. Un pleito que terminó a 1:26 segundos del octavo asalto.