Hacen bingo con la venta de chicheme allá en el corregimiento de Garachiné. Gabriela Pérez, junto a sus hermanos de la iglesia Néstor Marín y Yanilka González, tiene tres años de estar vendiendo chicheme para recoger fondos y sufragar los gastos de las eventos de la Iglesia cuadrangular. Informaron que lo que recogen lo ponen en un fondo que luego utilizan para los gastos de transporte y alimentación.

La jornada de estos garachineños empieza temprano, ellos ponen a cocinar el maíz hasta que esté bien blando y luego lo endulzan. Una vez preparado este refresco, lo salen a vender por todas las arterias del poblado.

En una carretilla llevan la olla en donde echan el chicheme y pasan gritando "chicheme, chicheme".

Su producto es tan popular que ya algunos moradores los esperan con una vasija en la mano para echar la cantidad de chicheme que comprarán.

Gabriela orgullosamente manifestó que las veces que no venden, las personas preguntan por ellos. Ellos se rotan durante la semana para ofrecerle de todo un poco a sus clientes. Es por eso que preparan tortillas, refrescos de boli y bollos de maíz.

Gabriela es madre de tres niños. Mientras ella hace el chicheme, la más grande de sus hijas vigila a sus hermanos menores.

Para ellos es gratificante hacer este tipo de actividades, porque ganan mucho al servir a un Cristo vivo y es una forma de aprender cuáles son las maravillas del señor.

Caminado por todos la vía principal de Garachiné se fueron los tres servidores de Dios a vender su producto. Mientras que las personas salían a la espera de ellos con vasijas en las manos y empezaban a tomar el chicheme que estaba recién salido del fogón.

EN EQUIPO

Gabriela y Yamilka se turnan para repartir el chicheme. Néstor es quien lleva la carretilla.