
Es un señor muy carismático. Fotos: LEYNIS CEDEÑO
Es un señor muy carismático. Fotos: LEYNIS CEDEÑO
Es un señor muy carismático. Fotos: LEYNIS CEDEÑO
Siempre atiende al público de la mejor manera.
Espera hasta el último de sus clientes.
Su faena termina a las 10:30 de la mañana.
Las carimañolas son las más buscadas.
Es un señor muy carismático. Fotos: LEYNIS CEDEÑO
Siempre atiende al público de la mejor manera.
Espera hasta el último de sus clientes.
Su faena termina a las 10:30 de la mañana.
Las carimañolas son las más buscadas.
Es un señor muy carismático. Fotos: LEYNIS CEDEÑO
Siempre atiende al público de la mejor manera.
Espera hasta el último de sus clientes.
Su faena termina a las 10:30 de la mañana.
Las carimañolas son las más buscadas.
Es un señor muy carismático. Fotos: LEYNIS CEDEÑO
Siempre atiende al público de la mejor manera.
Espera hasta el último de sus clientes.
Su faena termina a las 10:30 de la mañana.
Las carimañolas son las más buscadas.
Es un señor muy carismático. Fotos: LEYNIS CEDEÑO
Siempre atiende al público de la mejor manera.
Espera hasta el último de sus clientes.
Su faena termina a las 10:30 de la mañana.
Las carimañolas son las más buscadas.
Este señor se inició en la labor de vender frituras luego que pasó la invasión y el negocio de la construcción no diera trabajo.
Según Nicolás, no fue fácil obtener en aquellos tiempos los permisos para tener su puestito de frituras en Los Libertadores, pero con la ayuda de Dios ha logrado mantener el negocio por más de 20 años.
Todos los días se levanta a las 4:00 a.m. a atender a sus clientes y tenerle las tortillas, carnes, empanadas, chicharrones y el café listos, para que a la hora en que las personas salen hacia sus trabajos tengan en dónde comprar el desayuno.
Todo ha cambiado, asegura el señor Nicolás, pues ahora es mucho más difícil sostener el negocio, ya que todo los ingredientes para los desayunos han aumentado de precio y no es fácil mantener una clientela cuando se le vive
subiendo los precios de los alimentos a cada rato.
A pesar de que sus hijos están grandes, él trabaja, porque le gusta tener sus propios ingresos y poder ayudar en los gastos de la casa; además, se siente bien ayudando a los nietos que viven con él.
Para este hombre, en Panamá sí hay trabajo, solamente hay que saber buscarlo y tratar de mantenerlo, porque actualmente la mayoría de los puestos de ventas de comida son manejados por extranjeros, debido a que al panameño simplemente no le gusta madrugar.