El ‘perro valla’


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Espera la hora de la comida como cualquier persona.

Fotos: ROBERTO BARRIOS

  • El ‘perro valla’

    Espera la hora de la comida como cualquier persona.

    Fotos: ROBERTO BARRIOS

  • El ‘perro valla’

    También se presta de juguete para los niños.

  • El ‘perro valla’

    Es un animalito muy especial entre los indígenas.

  • El ‘perro valla’

    Sendero también protesta.

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    Espera la hora de la comida como cualquier persona.

    Fotos: ROBERTO BARRIOS

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    También se presta de juguete para los niños.

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    Es un animalito muy especial entre los indígenas.

  • El ‘perro valla’

    Sendero también protesta.

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    También se presta de juguete para los niños.

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    Es un animalito muy especial entre los indígenas.

  • El ‘perro valla’

    Sendero también protesta.

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    Espera la hora de la comida como cualquier persona.

    Fotos: ROBERTO BARRIOS

  • El ‘perro valla’

    También se presta de juguete para los niños.

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    Es un animalito muy especial entre los indígenas.

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    Sendero también protesta.

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  • El ‘perro valla’

    También se presta de juguete para los niños.

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    Es un animalito muy especial entre los indígenas.

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    Sendero también protesta.

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Leynis Cedeño - DIAaDIA

Una valla andante. Buscando algo de comida y tal vez un poco de amor, “Sendero”, un perro criollo, se apostó en el Parque Legislativo, junto al grupo de indígenas de la comarca Ngäbe-Buglé que protestan en contra de la minería y las hidroeléctricas.

Los indígenas adoptaron al animal porque además de cuidarlos también les sirve para llevar sus consignas de protesta contra la ley minera por las distintas calles de Calidonia.

Ingeniosos

Sendero lleva en su escuálido cuerpo, mensajes en contra de la minería, siendo el centro de atención de las personas, quienes se detienen a leer lo que dice. Durante el día, él sale a caminar, pero en las noches es uno más de los “Bugoday” (seguridad), porque cuida y hasta ladra cuando nota algo sospechoso por el lugar.

Es parte de ellos

A pesar de ser capitalino, este can ya es considerado un originario. Y es que los ngäbes buglés lo tratan tan bien y no tiene que estar de tinaco en tinaco tratando de conseguir algo para cenar, pues él es parte de la familia y muy querido por los niños, quienes juegan con él. “No les hace nada, ni siquiera les gruñe”, afirmaron los indígenas.

Cuando se terminan las vigilias, ¿qué decidirá Sendero? ¿Se irá para la comarca con sus nuevos amigos o simplemente volverá a su vida de peregrino que era caminar y caminar hasta que pudiera encontrar un hueso que morder. Amanecerá y veremos cuál será el destino del “perro valla” de los ngäbes y buglés.

 
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