Ingeniosa residencia


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Siempre cocina al aire libre y ante la miradas de los transeúntes.

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    Este coche es su material de trabajo.

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    También se informa de la actualidad leyendo noticias.

Brenda Ducreux - DIAaDIA

Su refugio. El indigente Javier González, a pesar de que vive con su hermana en un pequeño cuarto de alquiler, parece no estar conforme con ese hogar, y en cambio construyó su propia casa en la vía que va de El Chorrillo hacia el Puente de las Américas.

Tres divisiones con tablas y decoradas con chécheres que se encuentra al recorrer por las calles de la ciudad y que va introduciendo en su coche de trabajo, para llegar a su casa y darle presencia a su dulce hogar.

El afecto de tener su casa propia, lo hace pensar que tiene hasta vecinos, pues cada vez que en los mediodía quiere cocinar una comida y si le falta algunas especies, le dice a la señora Rubí, quien vive en frente de la calle: “Vecina, ¿me puede regalar un poco de sal y pimienta para completar la comida?”

Ella no le tiene miedo, pues cree que aunque tenga su aspecto sucio y descuidado por el mal vivir, es una persona tranquila. “He analizado mucho a este señor y considero que es tanto el deseo de independizarse y de tener su hogar que hace esto. Una vez quiso construir en el patio de mi casa”, aseveró.

Dentro de la casa sin techo y sin paredes, al aire libre y ante la vista de quienes por allí transitan; tiene todos los pasos a seguir de una vivienda, ya que en el primer cubículo tiene una hamaca guindada para descansar cuando lo cree prudente, luego sigue una minicocina, que es donde guarda las pailas y materiales que se necesitan para preparar sus alimentos. Pero no podía faltar el área del portal, que es donde se recuesta en su silla playera y lee el periódico, aunque sea viejo, para enterarse del acontecer diario.

Quienes lo conocen, lamentan que antes de caer en los vicios era futbolista. Él no habló casi de su vida, pero se refirió a lo buen cocinero que es, incluso el día de la primera visita hacía unos porotos, y en la segunda pelaba tres cocos con los que supuestamente haría un arroz, pero al final los regaló a DIAaDIA . “Amiga, pásate otro día para que pruebes un platillo”, dijo al despedirse.

 
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