Era su primer bebé, toda la familia estaba ilusionada con la llegada de la niña. Diminutas camisas y pañales estaban empacados ya, para vestir a la nueva visitante. Tristemente, las cosas no salieron bien.
DIAS DE DOLOR
El martes, Leydiana Arosemena, de 21 años, empezó a sentir los dolores de parto. Fue al Santo Tomás, pero la mandaron de vuelta para su casa, ya que sólo había dilatado 3 cms. El miércoles, sintiéndose lista ya, volvió al hospital creyendo que en esa ocasión sí la iban a subir a la sala de maternidad para tener a su bebé. Nuevamente le dijeron que se fuera, aun cuando le informó al doctor que había estado sangrando desde el martes. El jueves, sin casi poder moverse por los dolores, volvió al centro médico; la niña aún se movía en su vientre. Esta vez, la hicieron esperar desde las tres de la tarde hasta las diez de la noche, cuando le practicaron el último monitoreo, que reveló la muerte de la bebé. La noticia destrozó el corazón de Leydiana, y el de su madre Ana María, quien la estaba acompañando en ese momento.
INDIGNACION
En medio del dolor, la familia Arosemena pide explicaciones sobre lo ocurrido. Aseguran que todo se debió a una negligencia médica, ya que jamás escucharon las súplicas de Leydiana, quien ante los fuertes dolores pedía que le practicaran una cesárea. Como única respuesta a su petición, le decían que tenía que seguir esperando los centímetros adecuados de dilatación para que pariera a su bebé.
MIEDO
Aunque aún no tenía nombre, la niña era la adoración de la familia. Ante lo ocurrido, Rodrigo Rodríguez, padre de la niña, siente temor de volver a intentarlo; no quiere volver a pasar por la muerte de un hijo no nacido.
ESPERA
El bebé murió en su vientre. La palpaban para ver cuántos cms. de dilatación tenía y le decían que todavía tenía que esperar.
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