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Deporte: Sitiado por la violencia
El problema ya no es la pésima condición de las canchas, sino la falta de seguridad. (Foto: Miguel Cavalli / EPASA)

Gustavo Aparicio | DIAaDIA

La violencia en barrios como El Chorrillo, Cerro Batea y Curundú, se ha convertido en un obstáculo para el desarrollo del deporte en Panamá.

Las constantes balaceras amenazan no sólo la vida de inocentes niños y jóvenes, sino también el desenvolvimiento normal que debe tener todo menor.

Niños que se mantienen encerrados en la casa por sus padres, que intentan protegerlos de la violencia, se ve más a menudo en estas comunidades, pues hoy, realizar alguna actividad física al aire libre, puede ser un deporte extremo.

Las balas son el mayor riesgo; esquivarlas en medio de un enfrentamiento entre pandillas es el gran reto. El premio: salvar sus vidas. Muchos lo han logrado, otros han muerto, y el problema se agrava sin control.

¿QUE ES LO QUE SUCEDE?

Para Marilú Hernández, una madre de familia de El Chorrillo, cercano al Parque Amelia Denis de Icaza, el problema radica en que normalmente no hay mucha seguridad en estos barrios para ponerle control a las pandillas.

"Me parece que deben poner más seguridad, porque a los niños les da miedo venir al parque, siempre con el temor de que se forme una balacera. Son bandas las que siempre se enfrentan; la de Calle 25 Arriba, con la Calle 25 Abajo. El parque queda en medio de ambas calles", advirtió.

En cada enfrentamiento los niños quedan entre las balas. Tres menores, entre ellos: Roberto Harding, de 12 años; Taquemi Tuñón, de 7 años y Franco Ramsés Aparicio, de 10, han resultado heridos de bala en los últimos tres meses, producto de estos combates urbanos. Afortunadamente han vivido para contarlo.

LOS PADRES SON LOS RESPONSABLES

De acuerdo con Antonín Aizprúa, coordinador de deportes del Parque Amelia Denis de Icaza, hay muchas variables en este problema de la violencia y pandillas. Uno de ellos, a su juicio, es el respaldo que algunas madres les dan a sus hijos, a pesar de que saben que andan por el mal camino.

Aizprúa maneja un programa en el que están inscritos 120 chicos, aunque regularmente, llegan unos 70. "Muchos no llegan por el temor de los padres a que algo les pueda ocurrir con el problema de las pandillas", sostuvo.

Esta iniciativa ha sido afectada sensiblemente en varias ocasiones, pues la situación de violencia provocó que un día nada más asistieran cinco de los 120 niños. Luego, los "monitores" tuvieron que ir de casa en casa a convencer a los padres para que les dieran los respectivos permisos a sus hijos.

"Las causas de la violencia, para mí, vienen de la casa. Ahora, los padres, sobre todo las madres, apoyan lo que hacen sus hijos. He escuchado a madres decir que para que lloren en mi casa, mejor que lloren en la de otro", precisó el dirigente deportivo.

Señala que hay una falta de comunicación total en la comunidad. Estos chicos no pelean drogas, novias, ni dinero, sino territorios que no existen. Ellos quieren hacerse sentir; quieren ser los chicos sonados del barrio, no porque metieron un gol o porque los contrató un club de fútbol, sino porque son los que tienen las armas. Hay un problema de familia y de toda la sociedad, que a todos nos tiene que importar", precisó.

HABLA EL ESPECIALISTA

Para el sociólogo Raúl Leis, la tendencia de encerrar a los jóvenes y los niños entre rejas, muchas veces con el vídeo juego o con la televisión, frena la posibilidad de socialización que deben tener los niños, y que, en parte, propicia el deporte.

El deporte es trabajar en equipo y permite no sólo el desarrollo físico del niño, sino también el emocional, dijo el especialista, lo que a su juicio se está afectando cada vez más con la violencia.

Esta decisión de los padres, en su opinión, evidencia la falta de seguridad que hay en las calles, lo que trae consecuencias negativas para el desenvolvimiento de los menores en su proceso de integración.

Aseguró que este problema además afecta lo que los sociólogos llaman las redes sociales; es decir, el contacto y la comunicación de una persona con otra en sociedad.

"Esa cadena se rompe si los niños son encerrados e, incluso, se corta la comunicación entre los propios padres. De igual manera, sufre lo que es la personalidad y el pensamiento de los chicos, lo que afecta su desarrollo", afirmó Leis.

VICTIMA

Apenas el domingo resultó herido de bala el niño Franco Ramsés Aparicio, mientras jugaba fútbol en la cancha de El Chorrillo.





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