Fue difícil. Demoré lo más que pude. Es que era como irse de casa a vivir lejos, dejar de ver a los amigos, a la novia de toda la vida, a mamá con su salsa olorosa..., a papá y su voz de trueno y caricia disimulada. Escribir esta nota es igual a despedir al hijo que se muda a Plutón, y a uno no le queda más que abrazarlo y desearle suerte con un beso en esa mejilla humedecida por un llanto que no sabemos cuál de los dos derrama.

Pero, inevitable, aquí va: la columna final en este periódico de mis amores.

Hace tres años, empezamos la aventura de DIAaDIA , que hoy celebra su cumpleaños. Puedo decir que me siento orgulloso, no por el éxito del periódico, que está volando en circulación, sino por la gente que lo edita.

Debido a una extraña forma de suerte y olfato, en DIAaDIA logramos integrar un equipo de muchachos y muchachas de mente abierta, y con ganas de hacer un trabajo diferente, que le ha cambiado la cara al reporterismo nacional.

Hoy estoy en otra habitación de este hogar llamado EPASA: ayudo a llevar el barco como Subdirector del Panamá América, que es donde empecé hace 16 años. Queda al mando Elizabeth Muñoz, profesional que construyó conmigo este meteoro llamado DIAaDIA , al que extraño como si de verdad me hubieran mandado a Plutón. ¡Chao, hijo mío!